“Custodiar es la primera tarea que el Señor confía al hombre recién creado. Y en Tierra Santa, la tierra de Jesús, existe desde hace siglos la Custodia de Tierra Santa, a cuyo responsable, a su vez, se le han encomendado tareas no precisamente sencillas: gestionar numerosos santuarios que recorren la vida de Jesús y que cada año acoge a más de medio millón de peregrinos”. De esta manera comienza el prefacio –publicado por Vatican News–, firmado por el papa Francisco, del libro-entrevista ‘Como una peregrinación – Mis días en Tierra Santa’ escrito por el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, con el periodista de L’Osservatore Romano, Roberto Cetera.
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El Papa recuerda, así, que Tierra Santa es “un bien precioso, un microcosmos representativo de la catolicidad de la Iglesia, pero que exige un esfuerzo continuo para armonizar las diferentes culturas y tradiciones”.
Esta internacionalidad puede, dice Francisco, “constituir un laboratorio de lo que serán las Iglesias occidentales en el futuro, como consecuencia de los grandes movimientos migratorios”. Además, subraya el valor de la “intensa práctica devocional en los santuarios” así como su “animada actividad pastoral”.
“El diálogo ecuménico e interreligioso, que en Tierra Santa va más allá de las controversias teológicas y entra más bien en la vida cotidiana de muchos, y requiere extraordinaria apertura, hospitalidad y delicadeza”, continúa el Papa.
En definitiva, el Papa reconoce que “sobre los hombros de los frailes franciscanos y de su custodio pesa un gran trabajo y una gran responsabilidad. Una responsabilidad que, como se cuenta al principio de este libro, el padre Francesco Patton vio caer sobre su cabeza de forma repentina e inesperada, pero que supo llevar a cabo con eficacia. Y esto sólo podemos estar agradecidos, porque, como dicen, Jerusalén no es de nadie, sino que es de todos”.
Años difíciles en Tierra Santa
Francisco subraya que este libro se ha escrito en las mismas circunstancias difíciles que han acompañado el mandato de Francesco Patton como custodio de Tierra Santa. “Los duros años de la pandemia y luego, a partir del 7 de octubre, esa terrible guerra que el Patriarca de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, definió acertadamente como ‘la más larga y más grave’ de las muchas, demasiadas, que han afligido a Tierra Santa y a Oriente Medio”, señala el Papa.
“En estas dramáticas circunstancias, el padre Francesco supo mantener recto el timón del barco que se le había confiado y, en cambio, multiplicar sus esfuerzos para estar cerca de las personas afectadas por estas tragedias”, reconoce.