Días atrás, el 28 de septiembre, fallecía a los 99 años el angoleño Alexandre do Nascimento, arzobispo de Luanda y quien ostentaba el ‘título’ de cardenal más anciano de la Iglesia católica. Con su muerte, el ‘ranking’ pasaba a encabezarlo, a sus 98 años, el argentino Estanislao Esteban Karlic, arzobispo emérito de Paraná. Pero le va a durar poco el honor. Y es que, tras anunciar Francisco este 6 de octubre que el 8 de diciembre instituirá a 21 nuevos purpurados, uno de ellos es el italiano Angelo Acerbi, que cumplió 99 años el 23 de septiembre y que, por tanto, será el veterano del Colegio Cardenalicio.
Natural de la localidad de Sesta Godano, un pequeño pueblo de 1.500 habitantes de la provincia transalpina de La Spezia, en 1948, con apenas 22 años fue ordenado sacerdote en la diócesis spezzini. Aunque, desde 1956, su vocación se encaminó a servir en diversos ámbitos diplomáticos de la Santa Sede, pasando por destinos como Colombia, Brasil, Francia, Japón o Portugal.
En marzo de 1974 tuvo que afrontar una de sus grandes ‘pruebas de fuego’ cuando fue enviado a España para mediar ante el régimen de Francisco Franco por el llamado ‘caso Añoveros’. El mismo estalló tras una homilía del obispo de Bilbao, Antonio Añoveros, en la que este destacó la “identidad específica” del pueblo vasco. El Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro mostró un rechazo enconado y decretó su expulsión del país. Tras la mediación del cardenal Tarancón, el Vaticano envió a Acerbi y este negoció directamente con las autoridades militares una solución intermedia: que el prelado obtuviera un permiso para salir del país con unas supuestas “vacaciones”. Eso sí, no debía retractarse de su predicación.
Solo tres meses después, Pablo VI lo recompensó consagrándole obispo y nombrándole pro-nuncio en Nueva Zelanda y delegado apostólico para el Océano Pacífico, siendo la primera vez que la Santa Sede contaba con representación oficial en esa región del planeta. Allí pasaría cinco años, hasta que el sucesor de Montini, el polaco Juan Pablo II, envió a Acerbi de nuevo a Colombia, aunque ya como nuncio.
En el país americano pasaría por una de las experiencias más traumáticas de toda su vida cuando, el 27 de febrero de 1980, fue secuestrado junto a otras 26 personas (16 de ellos, eran embajadores de distintas naciones) por la guerrilla Movimiento 19 de abril. Todo ocurrió cuando estaban reunidos en un acto en la Embajada de República Dominicana, en Bogotá. Tras ser esta asaltada por los atacantes, todos los presentes quedaron recluidos en sus instalaciones hasta ese 25 de abril, cuando el grupo fue liberado en Cuba. Años después, el propio Acerbi rememoraría cómo los guerrilleros le permitían celebrar la eucaristía a diario para sus compañeros de cautiverio.
Entre 1990 y 2001, el italiano sería nuncio en Hungría (fue el primer representante de la Santa Sede en el país tras la caída del Muro de Berlín y el desplome del bloque comunista), Moldavia y Holanda. En los Países Bajos le llegó la jubilación al alcanzar la edad preceptiva. Eso sí, Wojtyla le tenía preparada otra misión: ser el prelado responsable de la Orden de Malta.
Cargo que desempeñó hasta 2015, cuando le relevó un Jorge Mario Bergoglio que, casi una década después, le ha querido honrar con el capelo cardenalicio. El premio a toda una vida creando puentes y tejiendo entendimiento. Y es que, cada día, Francisco es testigo directo de su delicada entrega a los otros, pues Acerbi reside con él en Santa Marta.
Fotos: Vatican News.