Uno de los años “más difíciles y dolorosos de los últimos tiempos”. Un año en el que “hemos levantado la voz ante nuestro horror por los crímenes cometidos, empezando por los acontecimientos del 7 de octubre de hace un año, en el sur de Israel, que han dejado una profunda herida en los israelíes hasta el día de hoy” y en que “ambién hemos alzado nuestras voces contra la reacción de agresión, destrucción, hambre, sufrimiento y muerte”. Un año que se cumple este lunes y ante el que el cardenal de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, ha escrito un comunicado lamentando, una vez más, que el conflicto no haya hecho sino empeorar.
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“Estamos asistiendo a un nivel de violencia sin precedentes en palabras y acciones”, ha subrayado. “El odio, el dolor y la ira parecen haberse apoderado de nuestros corazones, sin dejar espacio para otros sentimientos que el rechazo a los demás y su sufrimiento”.
Y es que, después de un año en el que no solo se ha expresado “la solidaridad y apoyo a la comunidad de Gaza” y se ha “condenado la violencia”, Pizzaballa vuelve a subrayar “la necesidad de construir un futuro común para esta tierra, basado en la justicia y la dignidad de todos sus habitantes, empezando por el pueblo palestino, que ya no puede esperar su derecho a la independencia, que ha sido postergado durante demasiado tiempo”.
“En un contexto tan dramático, seamos sinceros: este año ha puesto a prueba nuestra fe. No es fácil vivir en la fe en estos tiempos difíciles”, ha reconocido Pizzaballa. “Las palabras ‘esperanza’, ‘paz’, ‘convivencia’ nos parecen teóricas y alejadas de la realidad”, continúa. “Quizás también la oración nos ha parecido a veces una obligación moral que hay que cumplir, pero no el lugar del que sacar la fuerza en el sufrimiento, una visión diferente del mundo, no un espacio privilegiado para el encuentro con Dios, para encontrar consuelo y consolación”.
Fieles al amor
“Creo que estos son pensamientos humanos inevitables”, reconoce el cardenal, “pero es precisamente aquí donde nuestra fe cristiana debe encontrar una expresión visible”. “Estamos llamados a pensar más allá de los cálculos coyunturales, no podemos detenernos solo en las reflexiones humanas, que nos atrapan en nuestro dolor, sin abrir perspectivas”, ha señalado. “Estamos llamados a leer estos desafíos a la luz de la Palabra de Dios, una Palabra que acompaña y ensancha nuestro corazón”.
“La esperanza cristiana no es la expectativa de un mundo por venir, sino la realización, con paciencia y misericordia, de lo que creemos en la fe y en lo que basamos nuestro camino humano: en nuestras relaciones, en nuestras comunidades, en nuestra fe”, ha subrayado Pizzaballa.
Así, subraya que “en este tiempo en el que la violencia parece ser el único lenguaje, seguiremos hablando y creyendo en el perdón y la reconciliación. En este tiempo lleno de dolor, queremos y seguiremos usando palabras de consolación y dando consuelo concreto e incesante donde crece el dolor”.
“Aunque tengamos que volver a empezar de nuevo cada día, aunque seamos vistos como irrelevantes e inútiles, seguiremos siendo fieles al amor que nos ha conquistado y siendo personas nuevas en Cristo, aquí en Jerusalén, en Tierra Santa y dondequiera que estemos”, concluye.