Francisco ha enviado una carta con motivo del aniversario del inicio del conflicto entre Israel y Palestina
“Hace un año se encendió la mecha del odio. No se extinguió, sino que estalló en una espiral de violencia, en la vergonzosa incapacidad de la comunidad internacional y de los países más poderosos para silenciar las armas y poner fin a la tragedia de la guerra”. Así comienza el papa Francisco su carta a los católicos de Oriente Medio, enviada con motivo del primer aniversario del ataque de Hamás a Israel y la respuesta del país, que ha dejado miles de muertos en Palestina.
“La sangre fluye, como lágrimas, y la ira aumenta, junto con el deseo de venganza, mientras parece que pocos se interesan por lo que más se necesita y lo que la gente quiere: el diálogo, la paz”, lamenta el Papa. “No me canso de repetir que la guerra es una derrota, que las armas no construyen el futuro sino que lo destruyen, que la violencia nunca trae la paz”, asevera. “La historia lo demuestra, pero años y años de conflictos parecen no haber enseñado nada”.
Mientras, los católicos de Oriente Medio, como señala el Papa, son “un pequeño rebaño indefenso, sediento de paz”. Por ello, Francisco les agradece que, “a pesar de todo, sigan queriendo quedarse en sus tierras”. “Gracias, porque sabéis orar y amar a pesar de todo. Sois semilla amada por Dios y así como una semilla, aparentemente asfixiada por la tierra que la cubre, sabe siempre encontrar su camino hacia arriba, hacia la luz, para dar fruto y dar vida, así no os dejéis ser devorados por las tinieblas que os rodean”.
“Los hombres de hoy no saben cómo encontrar la paz y los cristianos no debemos cansarnos de pedírsela a Dios”, continúa el Papa. “Por eso hoy invité a todos a vivir una jornada de oración y ayuno. La oración y el ayuno son las armas del amor que cambian la historia, las armas que derrotan a nuestro único enemigo verdadero: el espíritu del mal que fomenta la guerra”.
Del mismo modo, Francisco ha asegurado su cercanía a esta comunidad católica, “pero también a todos los hombres y mujeres de todas las denominaciones y religiones que sufren la locura de la guerra en Medio Oriente”. “Estoy con ustedes, los habitantes torturados y exhaustos de Gaza, que están en mis pensamientos y oraciones todos los días”, ha subrayado.
“Yo estoy con vosotras, madres que derramáis lágrimas mirando a vuestros hijos muertos o heridos, como María viendo a Jesús; con ustedes, pequeños que habitan las grandes tierras de Medio Oriente, donde las conspiraciones de los poderosos les quitan el derecho a jugar. Yo estoy con vosotros, que tenéis miedo de mirar hacia arriba, porque del cielo llueve fuego”, continúa en la misiva.
Por último, el Papa se despide agradeciendo a todos aquellos que prestan su ayuda ante esta situación, así como a los obispos y sacerdotes que llevan “el consuelo de Dios a las soledades humanas”. “Os pido que miréis al pueblo santo al que estáis llamados a servir y dejéis que toque vuestro corazón, dejando de lado, por amor a vuestros fieles, toda división y ambición”.