Del 2 al 27 de octubre se lleva a cabo en el Vaticano la segunda fase del Sínodo de la Sinodalidad, con la participación de 368 miembros, de los cuales casi una tercera parte no son obispos, pero también tienen voz y voto. La primera fase fue en octubre del año pasado.
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Sobre el objetivo de esta segunda etapa, el cardenal mexicano Felipe Arizmendi explicó que es importante entender en qué consistió la primera para comprender mejor esta segunda etapa.
En la primera fase que tuvo lugar en octubre del año pasado -dijo el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas (Chiapas)- fue como un desahogo para expresar muchas inquietudes que hay en la comunidad eclesial, por lo que salieron temas importantes, de los que se sigue discutiendo mucho con entera libertad.
Entre estas inquietudes -continuó- están la posible ordenación diaconal y presbiteral de mujeres; la pastoral con personas de diferente orientación sexual; la mayor participación del Pueblo de Dios en la selección de nuevos obispos; la revisión de la forma como se prepara en los Seminarios a los futuros sacerdotes, etc.
Señaló que, si bien el Papa decidió dar una gran importancia a estos temas, quiso que no distrajeran de la finalidad explícita de este Sínodo, y por ello estableció diez grupos de estudio, que analizaran estos asuntos con profundidad e hicieran propuestas.
En este sentido, dejó en claro que un tema que no se discute porque ya se ha hecho en otras ocasiones es el celibato como requisito para ser sacerdote en la Iglesia latina, así como la constitución jerárquica de la Iglesia por ser de institución divina.
¿Qué está ocurriendo en esta segunda etapa del Sínodo?
El cardenal Arizmendi explicó que el objetivo de esta segunda etapa es continuar discerniendo y proponiendo cómo avanzar para ser una Iglesia sinodal que realice mejor la misión que Jesús le ha encomendado; “es decir, cómo vivir la hermandad entre todos los bautizados, para que, desde nuestro respectivo carisma y ministerio, seamos un reflejo de la Santísima Trinidad, que es un solo Dios en tres personas distintas”.
Recordó que, en la Iglesia, todos los miembros son diferentes y cada uno, clérigos y laicos, tienen la responsabilidad de ser luz y sal, “para que haya santidad y gracia, verdad y vida, justicia, amor y paz, que son los valores que Dios quiere, para que vivamos mejor”.
“El papa Francisco, al inaugurar esta segunda sesión del Sínodo de Obispos, ha sido muy claro: ‘El proceso sinodal es también un proceso de aprendizaje, durante el cual la Iglesia aprende a conocerse mejor a sí misma y a individuar las formas de acción pastoral más adecuadas para la misión que su Señor le confía”.
No se trata de sustituir a unos con otros
El cardenal mexicano continuó citando al Pontífice, quien en la sesión inaugural también dijo: “No se trata de sustituir la una con los otros, agitados con el grito: ‘ahora nos toca a nosotros’. No, esto no está bien; decir ‘ahora nos toca a nosotros, los laicos’, ‘ahora nos toca a nosotros, los sacerdotes’; no, esto no está bien. Se nos pide más bien ejercitarnos juntos en un arte sinfónica, en una composición que nos acomuna a todos al servicio de la misericordia de Dios, según los diferentes ministerios y carismas que el obispo tiene la tarea de reconocer y promover”.
Y concluyó: “Tú, bautizado, aunque no seas obispo, sacerdote o diácono, eres miembro vivo del mismo cuerpo que es la Iglesia. ¿Cuál es tu identidad y tu misión? Sé parte viva y activa en tu parroquia, en tu comunidad, y no una célula muerta. Que el Espíritu Santo nos ayude a vivir la unidad en el amor y en el servicio, y venzamos las competencias y divisiones que son obra del demonio”.