Vaticano

Francisco lamenta la “vergüenza por el escándalo de la división de los cristianos” ante los participantes del Sínodo de la Sinodalidad

Este viernes se ha celebrado una Oración Ecuménica en la plaza dei Protomartiri Romani, en el Vaticano





La Plaza dei Protomartiri Romani, en el Vaticano, ha sido escenario este viernes de la Oración Ecuménica con los participantes en el Sínodo de la Sinodalidad. Una ocasión en la que el papa Francisco ha reconocido que sirve para “manifestar nuestra vergüenza por el escándalo de la división de los cristianos, por el escándalo de no dar, unidos, testimonio del Señor Jesús”.



“Este Sínodo es una oportunidad para mejorar, superando los muros que aún existen entre nosotros”, ha aseverado el Papa, animando a los cristianos a centrarse “en la base común de nuestro común bautismo, que nos impulsa a ser discípulos misioneros de Cristo, con una misión común”. “El mundo necesita un testimonio común, el mundo necesita que seamos fieles a nuestra misión común”, ha subrayado.

Y es que, tal como ha señalado el Papa, “la unidad de los cristianos y la sinodalidad están conectadas: En ambos procesos no se trata de construir algo sino de acoger y hacer producir el don que ya hemos recibido”. La unidad, ha dicho Francisco, “es una gracia, un don imprevisible”.

Oración ecuménica en el Vaticano

“La unidad es armonía”

“El verdadero protagonista es el Espíritu Santo, no nosotros; es Él quien nos lleva hacia una comunión mayor”, ha recordado. “Como no conocemos con anticipación cuál va a ser el resultado del Sínodo, tampoco sabemos exactamente cómo será la unidad a la que estamos llamados”.

Del mismo modo, el Papa ha recordado que “el Evangelio nos dice que Jesús, en aquella gran oración suya, ‘levantó los ojos al cielo’: la unidad no es, ante todo, fruto de la tierra sino del cielo”. Es, de esta manera, “un don cuyos procesos y modos no podemos predecir”.

“La unidad”, ha añadido Francisco, “es armonía”. Y, en este sentido, el Sínodo “nos está ayudando a redescubrir la belleza de la Iglesia en la variedad de sus rostros. En consecuencia, la unidad no es uniformidad, ni fruto de compromisos o de equilibrismos. La unidad de los cristianos es armonía en la diversidad de los carismas suscitados por el Espíritu Santo para la edificación de todos los cristianos”.

“Nosotros tenemos necesidad de recorrer el sendero de la unidad en virtud de nuestro amor a Cristo y a todas las personas que estamos llamados a servir”, ha apostillado Francisco. “A lo largo de este camino, ¡nunca nos dejemos paralizar por las dificultades! Tengamos confianza en el Espíritu Santo que nos impulsa hacia la unidad en una armonía de diversidad multicolor”.

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