La “terapia” del Papa ante la insatisfacción: “Arriesgarnos a amar”

  • El pontífice reclama en el ángelus que “la verdadera riqueza no son los bienes de este mundo, sino ser amados por Dios y aprender a amar como Él”
  • Francisco reclamó “un inmediato alto al fuego en todos los frentes” de guerra en Oriente Medio

La “terapia” del Papa ante la insatisfacción: “Arriesgarnos a amar”

El papa Francisco, mientras sigue el programa sinodal, no ha faltado al rezo del ángelus de cada domingo. Una oración mariana en la que no querido dejar de recordar a las víctimas Medio oriente pidiendo “un inmediato alto al fuego en todos los frentes” y que se sigan los caminos del diálogo y la diplomacia para llegue la paz a Israel, Palestina y Líbano. Pidió a las poblaciones implicadas que se respeten las fuerzas de paz y rezó por las víctimas de esta “gran e inútil sufrimiento que procede del odio y la venganza”, “un fracaso” que espera termine pronto. También deseó que “no se deje morir a los ucranianos de frío” por lo que clamó que ceses los asesinatos de inocentes. A esto añadió su recuerdo por los sufrimientos de la población civil en Haití, algo que interpela a toda la comunidad internacional, como sucede también en Myanmar o Sudán.



La verdadera riqueza

Comentando el evangelio del día, el conocido como del joven rico, (Mc 10,17-30), Francisco destaca que esta persona “al principio, corre para ir a ver a Jesús; al final, sin embargo, se marcha triste”. Un hombre al que “algo en su corazón le impulsara: en efecto, a pesar de tener tantas riquezas, se siente insatisfecho, lleva dentro una inquietud, va en busca de una vida plena”. Entonces, el Papa, relata que “Jesús lo mira con amor; luego, le propone una ‘terapia’: vender todo lo que posee, darlo a los pobres y seguirlo” a lo que sigue “una conclusión inesperada”: “¡ese hombre pone cara triste y se va! Tan grande e impetuoso ha sido su deseo de conocer a Jesús, como fría y rápida ha sido su despedida de Él”.

Para el Papa “también nosotros llevamos en el corazón una necesidad irreprimible de felicidad y de una vida llena de sentido; sin embargo, podemos caer en la ilusión de pensar que la respuesta se encuentra en poseer cosas materiales y en las seguridades terrenas. Jesús, en cambio, quiere llevarnos a la verdad de nuestros deseos y hacer que descubramos que, en realidad, el bien que anhelamos es Dios mismo, su amor por nosotros y la vida eterna que Él y solo Él puede darnos”.

La verdadera riqueza es que Él nos mire con amor, como hace Jesús con aquel hombre, y amarnos entre nosotros haciendo de nuestra vida un don para los demás”, destacó recordando que “Jesús nos invita a ‘arriesgarnos a amar’: vender todo para darlo a los pobres, que significa despojarnos de nosotros mismos y de nuestras falsas seguridades, prestando atención a quien está necesitado y compartiendo nuestros bienes, no solo las cosas, sino lo que somos: nuestros talentos, nuestra amistad, nuestro tiempo…” Y concluyó recordando que “la verdadera riqueza no son los bienes de este mundo, sino ser amados por Dios y aprender a amar como Él”.

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