La presidenta de la CLAR ha participado este lunes en el briefing de prensa del Sínodo de la Sinodalidad
“La transparencia y la rendición de cuentas debe ser una cultura en la Iglesia”. Así lo ha expresado Gloria Liliana Franco, presidenta de la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR), durante su intervención en la rueda de prensa del Sínodo de la Sinodalidad de este lunes, 14 de octubre.
Un briefing en el que se ha subrayado que en los trabajos sinodales van surgiendo “muchas propuestas concretas, basadas en las diferentes experiencias y compartidas con total transparencia, contra cualquier tipo de abuso y por una mayor responsabilidad de los laicos, de las mujeres y de los jóvenes en particular”.
En su intervención en la sesión informativa, Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación y Presidente de la Comisión para la Información, retomó el tema de una mayor presencia de laicos y mujeres. “Se ha insistido repetidamente en la necesidad de constituir consejos de laicos, con autoridad y experiencia, para evitar una sobrecarga de trabajo a quienes ocupan puestos de responsabilidad”, señaló.
“En la misma línea”, prosiguió el prefecto, “se ha hecho hincapié en que la transparencia es un elemento fundamental en la Iglesia sinodal, especialmente en los ámbitos de la protección y las finanzas”. Tal como recoge Vatican News, esta transparencia, debe “equilibrarse siempre con la confidencialidad, el respeto de la vida privada y de las informaciones sensibles”.
Por ello, ha animado a plantearse “el significado de la rendición de cuentas: todos estamos de acuerdo, se dijo, en la necesidad de rendir cuentas, pero se planteó la pregunta de a quién debemos rendir cuentas, ¿al mundo, a la opinión pública, a los periodistas?”. A veces, ha señalado, “nuestras agendas pastorales y los criterios de ser Iglesia vienen dictados por exigencias que no son exactamente las del Evangelio”.
Por tanto, “la prioridad es ante todo dar cuenta a Dios, a la comunidad, para no caer en la trampa de dar cuenta, precisamente, a instancias que no son evangélicas”. Por ello, considera que es necesario “rendir cuentas a la Iglesia, y no a cualquier contexto humano, según los principios del Evangelio. No somos un consejo de administración, sino el cuerpo místico de Cristo, el pueblo santo de Dios”.