Casi 50 mil jóvenes caminaron 27 kilómetros hasta el Santuario de Santa Teresita de Los Andes, en Auco (Chile), el sábado 12 de octubre, bajo el lema “Con Teresita, peregrinos de la esperanza”. A lo largo del camino, varias estaciones motivaban temas de reflexión para la ruta.
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A las 5 de la mañana partieron los primeros grupos de peregrinos en la estación a cargo del Seminario Pontificio Mayor quienes los recibían, proponían tema de reflexión y les daban la bendición de envío.
En Auco, punto de llegada, el Santuario les acoge y en su explanada se celebra la Misa que este año presidió el arzobispo Fernando Chomalí, acompañado de los obispos auxiliares Alberto Lorenzelli, Luis Migone y Álvaro Chordi.
Perdón y dolor
Chomalí inició su homilía pidiendo perdón a los jóvenes “por el mundo que les hemos dejado” y detalló que “no hemos sido capaces de detener la guerra que mata y no construye”, “la corrupción que tanto nos duele. Corrupción por doquier de quienes tienen la obligación de cuidarnos y de velar por el bien común”. También “por los abusos de todo tipo, incluso al interior de la iglesia. ¡Cómo nos duelen! Les pido perdón por las injusticias sociales que claman al cielo, son muchas las familias chilenas y del mundo que no llegan a fin de mes con su sueldo”.
“Les fallamos, jóvenes. No les dejamos el mejor mundo. Este mundo no está en el plan de Dios, Él no quiere esto para nosotros”, exclamó Chomali para preguntarse “¿qué nos pasó? Nos enceguecimos con un crecimiento económico que no fue al mismo tiempo un crecimiento moral ni espiritual. Nos enceguecimos con las cosas y nos olvidamos de las personas. Eso fue lo que pasó, les pido perdón”.
Profundizó el dolor que le provoca que muchos “no puedan estudiar porque no tienen dinero” o que no encuentran trabajo “y más nos duele que todavía haya personas que no contraten a mujeres en edad fértil. Nos duele esa discriminación”.
Cristo en el centro
El arzobispo llamó a los jóvenes a poner a Cristo al centro de sus vidas para ser “capaces con la ayuda de Dios de sacar bien donde hay mal y lo haremos porque Dios actúa a través de la iglesia que somos cada uno de nosotros”.
“Para eso no solamente tenemos que sacar el corazón de piedra y poner uno de carne, con la ayuda del Señor, sino que también tenemos que emprender un camino de valentía, sabiendo que vamos a nadar contra la corriente. Jóvenes, pero vale la pena para poder vivir según como se piensa. Si no lo hacemos terminaremos pensando cómo vivimos. Esa es la ruina del hombre y del alma”, expresó el arzobispo.
Agregó que “también tenemos que reconocer la grandeza que hay en los demás, no podemos vivir en una sociedad donde el otro es nuestro enemigo, que nos va a quitar un puesto en la universidad o en el trabajo. Somos una comunidad de hermanos que construimos entre todos un nuevo mundo, un mundo según el querer de Dios”.
Camino de oración
Más adelante Chomalí propuso a los jóvenes que “el no a la mentira es un gran sí a la verdad, el no a matar es un gran sí a la vida. Ese es el camino que tenemos que recorrer. Pidiéndole al Señor que nos da la sabiduría que de Él procede”. Lo complementó llamando a “hacer un decidido camino de oración”.
“Les vuelvo a insistir no toleremos que nos anestesien con las cosas, porque las cosas son instrumentos que solamente tienen validez cuando están al servicio de la persona”, pidió Chomalí, agregando luego que “los invito a que reflexionen, a que nos tomemos la vida en serio”.
Concluyó invitando a que “empujemos a los jóvenes para que salgan, pensemos con decisión en la pastoral desde la periferia. Qué bueno es que los jóvenes sean callejeros de la fe, felices de llevar a Cristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón”. “Jóvenes no tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente hasta las periferias existenciales. Jóvenes los queremos fuertes con esperanza y con fortaleza porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios, porque tienen un corazón libre”.