Mientras el primer barco militar italiano con 16 migrantes a bordo se dirigía a los centros de identificación y expulsión habilitados en Albania, este traslado proyectado por el Gobierno de Giorgia Meloni era objeto de duras críticas, especialmente por parte de la Iglesia en el país transalpino. “Pasamos de los muros a las cárceles”, agravando así “la gestión del derecho al asilo”, ha lamentado el obispo Gian Carlo Perego, presidente de la Comisión para las Migraciones del Episcopado italiano y de la Fundación Migrantes.
A su juicio, “gastar mil millones para construir tres cárceles al aire libre y un centro de identificación para 400 personas” supone un “gran despilfarro de recursos con un resultado mínimo”, por lo que espera que “pronto llegue también una condena del Tribunal Penal Europeo y de la Comisión de Derechos Humanos”. De lo contrario, será una “página triste de nuestra democracia”, que el prelado espera que no lo sea también para Europa, porque entonces deberá “preguntarse realmente sobre sus orígenes cristianos y la salvaguardia de la dignidad de las personas”.
Entretanto, Perego confía en que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que “no está bien informada de los hechos, ni de lo que se ha construido en Albania”, cuando lo haga, “quizás revise esta sentencia”. Porque, “si esa es la solución”, estaremos ante una nueva “deriva del populismo europeo”, advierte.
La Comunidad de Sant’Egidio, por su parte, por boca de su presidente, Marco Impagliazzo, asegura entender “las intenciones del Gobierno italiano de atajar el trabajo sucio de las mafias”, pero “no estoy de acuerdo con el método de deportar a las personas enjauladas a otro país fuera de Italia y de la Unión Europea”.
“Por experiencia –ha declarado a la Agencia SIR–, creemos que los corredores humanitarios y los flujos regulares son la única respuesta que se puede dar a los traficantes y todo lo relacionado con la inmigración irregular”, por lo que propone “ampliar el sistema de corredores humanitarios a toda Europa”.
Y es que –como denunciaba en una entrevista radiofónica Alberto Vitali, sacerdote de la Archidiócesis de Milán que trabaja en la pastoral de migrantes– “dejar inmigrantes en casas ajenas no es un modelo”.