Luis Miguel Rojo Septién (Burgos, 1983) es el nuevo delegado episcopal de Cáritas Española. La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) hizo público el 27 de septiembre, fiesta de San Vicente de Paúl, el nombramiento del sacerdote de los Misioneros Paúles, que sucederá a Vicente Martín, quien fue ordenado el 6 de julio obispo auxiliar de Madrid.
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Su formación académica superior transcurrió en la Pontificia Universidad de Comillas, en Madrid, entre 2001 y 2009, año en el que fue ordenado sacerdote. En dicho centro se formó en Filosofía y Teología. Tras obtener el bachillerato en esta última especialidad cursó la Licenciatura en Teología Bíblica. Desde 2017 a 2021 trabajó como delegado episcopal de Cáritas Diocesana y desde 2015 a 2023 ha sido consejero provincial en su congregación. ‘Vida Nueva’ entrevista al religioso vicenciano desde Roma, ya que actualmente se encuentra allí finalizando un Doctorado en Ciencias Sociales en la Pontificia Universidad Gregoriana.
PREGUNTA.- ¿Cómo acoge este nuevo encargo de acompañar la realidad de Cáritas Española?
RESPUESTA.- Con ganas e ilusión. Me enorgullece ver la enorme labor que realizan las Cáritas diocesanas, a pesar de las dificultades y las complejidades sociales existentes. La unión de la confederación es una riqueza, que a su vez se traduce en un signo de esperanza. Además, lo hago desde la confianza de incorporarme, en Cáritas Española, a un equipo humano muy bueno, en el que estoy seguro de que aprenderé mucho e intentaré aportar todo lo que pueda de mi experiencia.
P.- Ha sido varios años delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Valladolid. Ahora, amplía la mirada a todo el territorio nacional. ¿Da vértigo?
R.- Más que vértigo se necesita un tiempo para adecuar la mirada. Es cierto que muchas de las situaciones vividas en una Cáritas diocesana como la de Valladolid son las mismas que, de un modo u otro, se viven en otras diocesanas, pero ahora se requiere una mirada más global. El modo de ver desde Cáritas Española se esfuerza por integrar las diferencias, y desde los fundamentos que nos unen buscar vías que puedan ayudar a la reflexión y a la acción. Una visión general sí, pero sin perder de vista los rostros concretos de las personas donde Cáritas se hace presente.
P.- Llega con 40 años, ¿qué puede aportar de frescura?
R.- La frescura no es una cuestión que dependa solo de la edad, sino de un modo ser y estar. Por mi edad, me ha tocado vivir en un cambio de época. He visto la fragilidad de las comunidades eclesiales, como por ejemplo su envejecimiento, la disminución de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, o cómo ha cambiado su presencia en la vida pública; pero también, he crecido dentro de esta realidad y he visto cómo el Señor sigue caminando con su Pueblo, de modo especial en los que se quedan al margen de la sociedad. Un poco de lo que puedo aportar es mi amor incondicional ante las situaciones de sufrimiento existentes, en un mundo, donde Dios no ha dejado nunca de hacerse presente.
Incidencia o caridad política
P.- El concepto de caridad no podría entenderse sin san Vicente de Paúl. Como vicenciano, ¿qué rasgo carismático siente que lleva con usted siempre en la mochila?
R.- Cuando hablamos de san Vicente de Paúl nos estamos situando en el siglo XVII, por lo que hay que comprender el contexto. El rasgo que siempre he intentado tener presente en mi vida es cómo, detrás de toda pobreza, Vicente era capaz de ver el rostro de Jesucristo. Esto le llevó a realizar cosas increíbles, como pedir al primer ministro francés, el cardenal Mazarino, que dimitiera, puesto que entendía que era el causante del sufrimiento del pueblo. Hoy a esto se ha llamado incidencia o caridad política. Pero también fue inventivo en las instituciones y proyectos que fundó y llevó a cabo. Puestos a escoger un rasgo fundamental de Vicente de Paúl para mi vida, me inclino por la sensibilidad ante toda persona que sufre.
P.- Su relación con Cáritas comenzó a los 18 años, como voluntario en un proyecto de formación y acogida con personas migrantes en Madrid. Luego, comenzó su ministerio pastoral en Carabanchel. ¿Cómo le han configurado estas realidades de frontera?
R.- Esa etapa es la correspondiente al tiempo de formación para el sacerdocio, donde tuve la oportunidad de vivir en comunidades parroquiales de barrio, desde un contacto muy estrecho con la gente. La formación práctica desde diferentes situaciones de exclusión era un pilar fundamental en nuestro proceso. Recuerdo una experiencia de verano en la Casa de Acogida que Cáritas Diocesana de Burgos y las Hijas de la Caridad tienen para personas sin hogar, allí me impliqué mucho con una persona que estaba pasando una situación muy deteriorada, su muerte llegó cuando empezaba a verse algo de luz al final del túnel. Esta experiencia se me quedó grabada en el corazón e hizo plantearme el sentido de mis acciones. Esa época estuvo acompañada también por una sólida formación intelectual, que recibí en la Universidad Pontificia Comillas, allí pude hacer una profunda reflexión sobre muchas de estas realidades y sentimientos que estaba viviendo.
P.- También ha salido de misión en Honduras y Bolivia. ¿Qué se ha llevado de esas experiencias?
R.- En primer lugar, los rostros, nombres y la vida de tantas personas de aquellos países, que de modo sencillo viven la fe con alegría. Segundo, el agradecimiento a Dios por el don de la vida y el regalo de la creación, por muy poco que creamos poseer. Y tercero, la ilusión y la fuerza de una Iglesia y de comunidades cristianas que viven su vida desde la respuesta generosa a la vocación que Dios tiene para cada uno de ellos. Pero, sobre todo, lo que me llevo es haber descubierto en las periferias existenciales un paradigma de cambio, que puede ayudar a la Iglesia a construir una sociedad mejor, en la cual germina con fuerza el Reino de Dios.
Riesgo de exclusión social
P.- Cáritas acompañó el pasado año a más de 2,5 millones de personas dentro y fuera de España. ¿A qué urgencias debe responder hoy?
R.- Cáritas ha aprobado en su última Asamblea General su plan estratégico para los próximos tres años, fruto de un profundo trabajo compartido y que responde a las urgencias a las que debe hacer frente en la actualidad. Aquí se pone el foco de atención en tres desafíos que afectan de modo especial a las personas en mayor riesgo de exclusión social: vivienda, empleo e irregularidad administrativa. Sin olvidarnos de las crisis humanitarias a nivel internacional.
P.- Cáritas lleva 75 años trabajando por la justicia social. Este es un concepto que hoy, desde algunos grupos políticos, se intenta denostar. ¿Qué es la justicia social?
R.- La justicia social es la idea de que todos merecen los mismos derechos y oportunidades, tanto económicos, políticos y sociales. De este modo, cuando hablamos de justicia social nos referimos a la igualdad de oportunidades, a la equidad, es decir, a la necesidad de reducir las dificultades que sufren los colectivos más vulnerables y marginados, para que puedan alcanzar un nivel de vida digno. El Catecismo afirma que “la sociedad asegura la justicia social cuando realiza las condiciones que permiten a cada uno conseguir lo que les es debido según su naturaleza y su vocación”.
No olvidemos que estamos ante un concepto dinámico, es decir, cuya concreción cambia en función del tiempo y lugar, y cuyas exigencias van manifestándose poco a poco. Por eso en Cáritas llevamos 75 años trabajando por la justicia social. Contamos con herramientas tan poderosas como los estudios de la Fundación FOESSA, que nos permiten conocer la realidad para iluminarla desde la luz del Evangelio, todo ello, desde la experiencia concreta de más de 76.000 agentes y voluntarios que se empeñan día a día por esta justicia.
Mostrar a la opinión pública
P.- Precisamente, los estudios de la fundación FOESSA son reconocidos por la sociedad española y la clase política. Sin embargo, quienes no quieren reconocer la pobreza en sus ciudades o comunidades los tachan de ideológicos. ¿Cáritas es de izquierdas o de derechas?
R.- El ejercicio de la “caridad en la verdad” es lo que Cáritas realiza, como afirmaba el papa Benedicto XVI en la encíclica que lleva el mismo título. Este modo de proceder es independiente de izquierdas, centros o derechas. Los estudios de la fundación FOESSA son una herramienta fundamental para el ejercicio de la caridad y la búsqueda de la verdad, que además gozan de un prestigio enorme en el ámbito académico nacional e internacional, y son muy apreciados entre aquellos que buscan conocer la realidad. Quien ha leído cualquiera de los estudios realizados por la fundación FOESSA se da cuenta de la seriedad y objetividad de sus contenidos; quien los tachan de ideológicos responden a intentos de manipulación de la verdad, por lo que se busca distorsionar la realidad con el fin de modelar torticeramente la opinión pública.
P.- “Defender a los pobres no es comunismo”. Son palabras del Papa. ¿Por qué cuesta entenderlo, incluso desde personas que se presentan como católicos convencidos?
R.- El Papa dijo en la misa del lunes santo de 2020 esta expresión: “Defender a los pobres no es comunismo. Es el centro mismo del Evangelio”, en alusión al texto del juicio final del capítulo 25 del Evangelio de san Mateo. Probablemente a quien le cuesta entenderlo es porque no se ha encontrado con el centro mismo del Evangelio.
P.- Y a los partidos, ¿qué políticas sociales les pediría para que la labor de Cáritas no tenga que ser vital para tantas familias?
R.- Me parece cada vez más necesario implementar políticas que refuercen el papel de la comunidad, es fundamental recuperar los vínculos sociales que hemos ido perdiendo de modo más intenso en los últimos años. Estas políticas deben emanar de un pacto político que se centre en el cuidado, como respuesta a la vulnerabilidad que nos constituye y en la que nos reconocemos iguales. Nos hemos dado cuenta de la fragilidad, que no somos seres autosuficientes, sino que dependemos los unos de los otros. Necesitamos políticas que favorezcan el trabajo, que aseguren el bienestar de las familias y que garanticen a todos el derecho a una vivienda digna, pero, sobre todo, necesitamos que estas políticas promuevan una sociedad que se cuida y cuida, en la que organizar los cuidados, sin discriminación y en la que todos puedan participar.
P.- Cáritas Luxemburgo ha sido noticia recientemente porque un trabajador ha robado 61 millones de euros que deberían haberse empleado para el sostenimiento de los proyectos de la organización. ¿Existen filtros para que algo similar no pase en Cáritas Española?
R.- Efectivamente, en Cáritas Española tenemos numerosos controles y filtros para impedir que ocurran situaciones como la de Cáritas Luxemburgo. De hecho, a raíz de lo ocurrido, hemos aprovechado para revisar nuestros protocolos, normas y procedimientos y así confirmar que son sólidos e incluso reforzar algunos con un doble o triple control. La base de estas normas y procedimientos vinculados a la gestión económica para evitar acciones con los fondos gestionados se basan en los principios de doble o triple firma según un escalado de importes. Es decir, la participación de dos, tres o cuatro personas en cada proceso de recepción o envío de fondos, lo que dificulta el fraude.
También es necesaria una autorización firmada por dos o tres personas en cada orden de pago y una comunicación “a posteriori” a los receptores de fondos y a los actores implicados, como elemento disuasorio. Finalmente también se hace un control de proveedores, con un proceso de homologación revisado periódicamente. Somos conscientes de que el riesgo cero no existe, pero consideramos que estas medidas, así como una revisión periódica de las posiciones financieras por parte del equipo de administración, nos permiten tener una seguridad muy alta de solvencia en la gestión financiera y de transparencia.
Mirada desde el sur global
P.- Tras once años de pontificado, ¿con qué se queda de Francisco?
R.- Me quedo con dos ideas de su pensamiento que pueden generar mucha reflexión en su aplicación práctica. La primera es cambiar el punto desde el que miramos la realidad. El papa Francisco aporta a la Iglesia una mirada desde el sur global y nos invita a ver la realidad desde las periferias geográficas y existenciales. La segunda son los cuatro principios que menciona en ‘Evangelii gaudium’ relacionados con las tensiones bipolares de toda la sociedad, que Jorge Mario Bergoglio toma del método de Romano Guardini de las oposiciones polares y que aplica en un método de discernimiento histórico. Si combinamos ambas ideas, tenemos lo que para mí es inspirador en su magisterio: un discernimiento realizado desde las periferias, que sea comunitario, pastoral e histórico.
P.- En ‘Fratelli tutti’, Francisco nos recordaba que todos somos hermanos. ¿La fraternidad es un objetivo alcanzable?
R.- Es un objetivo alcanzable porque es algo que ya está dentro de nosotros, nos constituye, puesto que somos hermanos. El modo de llevarlo a la práctica, de materializarlo es lo que siempre será dinámico y habrá que trabajar constantemente. En este sentido son muy interesantes los trabajos que la Fundación Fratelli Tutti está realizando en Roma, y que en estos momentos se centran en establecer parámetros y medidores de la fraternidad, que tienen que ver con fomentar la amistad y la pertenencia, la igualdad de oportunidades o la economía social solidaria. Personalmente me quedo con dos ideas para vivir la fraternidad del texto del Buen Samaritano en el que se apoya la encíclica: la importancia de hacerse próximo y reconocerse cuando nos hacemos cargo de la realidad.
P.- El Papa ha puesto el ojo en Canarias a raíz de la crisis migratoria anunciando incluso su intención de viajar a las islas. ¿Le preocupan los discursos de odio contra las personas migrantes?
R.- Sí, me preocupa la escalada de este tipo de discursos, que responden a ideas equivocadas de la realidad. Es importante que tengamos una mirada capaz de ver la persona que tengo en frente y ponerme en su lugar. No todas las situaciones migratorias son iguales, pero su presencia ha enriquecido la sociedad española, ha mejorado nuestra economía que necesita mano de obra, y ha revitalizado la fe de nuestras comunidades cristianas.
Aun así, las personas migrantes sufren una mayor vulnerabilidad social. Me parece que sería necesaria una mayor empatía y elaborar un discurso más positivo, acorde a la realidad; de este modo podríamos reducir los discursos de odio actuales. Invito a leer la exhortación pastoral ‘Comunidades acogedoras y misioneras’, que ha elaborado el departamento de Migraciones de la CEE, que contiene un apartado de propuestas y buenas prácticas que ayudan a cambiar el enfoque.