La luz, todo es luz. Luz divina. “La luz es una serenidad, una armonía interior que te invade, es la plenitud del ser. La luz te traspasa, necesitas compartirla y hacer partícipe a todo el mundo de eso. Es lo que pretendo, lo que persigo en mi obra”, afirma Nuria Muñoz Sánchez-Horneros. “Digamos que el proceso creativo es mi forma más satisfactoria de orar. En esa plenitud es donde pongo el alma y luego eso vibra en otras almas –prosigue–. Hay una frase que me gusta mucho de Josef Albers, máximo exponente de la abstracción del siglo XX, famoso por su homenaje al cuadrado. Él decía que el arte procede del alma humana y habla a las almas humanas, y yo creo que es así”.
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El arte de Nuria Muñoz –abstracción geométrica investida de luz– seduce y resplandece. Su última serie, ‘Transitando en la luz’, la que presenta en O_LUMEN y da título a la exposición, refulge inspirada en la lectura de ‘El castillo interior’ de santa Teresa de Jesús. “Todo, absolutamente todo, se lo debo a ella, que me inspiró a través de su lectura. Y de alguna manera me sentí ‘obligada’ a compartir con todo el mundo esa gran experiencia que yo tuve, porque no entendía cómo no había leído antes a la santa, y me deleitó de tal manera que necesitaba compartirlo, y de la mejor forma que yo sé, a través de las artes plásticas. Y de ahí surgió todo”.
Lo que surgió fueron sus propias “moradas”, siete piezas que la propia denominó esculturas de luz. “Leyendo ‘El castillo interior’ tuve claro cuál iba a ser el discurso narrativo, el contenido, el título que iba a darle a cada una de las siete obras –manifiesta Muñoz–. Tenía claro que iba a hacer siete obras, no sabía en qué formato, pero sí que tenían que representar mi aprendizaje de cada una de las ‘moradas’. De hecho, digamos que cada título sintetiza un poco lo que es esa lectura. Lo que me ha aportado. Y, a partir de ahí, decidí darle forma, quería hacer visible lo intangible”.
Entonces, surge una visión precisa de lo sagrado: lo transparente, el blanco que pasa desapercibido, la luz, “como el castillo, el alma, que representa santa Teresa en ‘Las moradas’”. Y la reflexión, el genio de la artista, ha ido desvelando desde entonces los materiales de sus esculturas de luz –composite de aluminio, la milimétrica fibra óptica y aleaciones metálicas– hasta ensamblarlos todos como si fuera el engranaje de un reloj. “Soy ingeniera técnico industrial de formación y mis maneras de expresar las formas siempre van a ser lineales, pero de ahí incorporo también los sensores que detectan el movimiento, que van a sorprender al espectador. La luz va a interactuar con el espectador, según la distancia, según el movimiento. Creo que puede ser una muy bella experiencia”.
Este tránsito por, en, a través de la luz comenzó en el verano de 2020, “que es cuando yo empiezo a leer a santa Teresa”, puntualiza. “Y es en 2021 cuando consigo ya testar el material, los prototipos y empezar a trabajar morada a morada, empezando por la primera”, continúa. ‘Oteando el interior’ (2021) es el punto de partida. “Es el descubrimiento de la esencia divina que hay en nuestra alma, de la presencia de Dios, de que somos parte de naturaleza divina”, sostiene Nuria Muñoz.