El cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, está convencido de que “no tengo noticia de que ningún obispo asedie al Opus Dei o al Camino Neocatecumenal, todo lo contrario”. Así lo compartió esta tarde durante el coloquio celebrado esta tarde por el Instituto ‘Karol Wojtyla-S. Juan Pablo II’ en el Real Casino de Madrid. El purpurado respondía así a una pregunta lanzada desde el público sobre un supuesto “asedio” a los nuevos movimientos de la Iglesia, remarcando que “son dos riquezas carismáticas que han entrado en la vida y en la riqueza de la Iglesia.
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El motivo de este coloquio tenía un doble motivo. Por un lado, celebrar los cuarenta años de la escala de 16 horas que el Papa polaco hizo en Zaragoza para comenzar el viaje apostólico a República Dominicana y Puerto Rico. Por otro, el trigésimo aniversario de la toma de posesión de Rouco Varela como arzobispo de Madrid. La entrevista al purpurado fue realizada por los periodistas Bieito Rubido y José Francisco Serrano Oceja. Entre los asistentes, se encontraban el nuncio Bernardito Auza y José Luis del Palacio, obispo emérito del Callao. “A humilde, a Don Antonio no le gana nadie”, elogió el director de ‘El Debate’, mientras que Serrano Oceja calificó de “bastante progresista” la apuesta como canonista que realizó Rouco Varela en su etapa en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Como un rayo
“Cuando me nombraron obispo auxiliar de Santiago, lo sentí como un rayo en la cabeza. Me dijeron que para ser obispo que tenía que ser un poco santo y yo no lo era”, expuso Rouco Varela sobre el inicio de su ministerio episcopal. A la vez, reconoció que asumió este reto en una época “complicada y difícil”, en plena recepción del Concilio Vaticano II.
“La centralidad de la fe y el sí de Cristo tiene que estar clara, es el principio de la comunión”, defendió en otro momento el purpurado, desde el convencimiento de que “el Derecho Canónico está al servicio de que se mantenga la unidad de la fe”.
Madrid no tenía buena fama
Rouco Varela expuso que “Madrid no tenía buena fama” cuando fue destinado a la capital de España, entre otros motivos, por “los problemas de naturaleza doctrinal” y “las tensiones de la vida política en la vida diocesana”. Con este punto de partida, el cardenal remarcó “la riqueza carismática” y “la calidad humana y espiritual” del clero, pero cuestionó “la dispersión de los seminaristas en comunidades”, que se traducía en lo que presentó como “un arca de Noé”. “Hubo que hacer Cáritas más de Iglesia, para que no solo afrontara la solución material de las personas y los barrios, sino también la dignificación”, añadió. En este escenario, el purpurado defendió su apuesta por lograr “comunión” en la Archidiócesis, su empeño por promover la devoción a la Virgen de la Almudena y por celebrar una Jornada Mundial de la Juventud en Madrid.
Sobre sus cuatro mandatos como presidente de la Conferencia Episcopal Española, subrayó que “el único jefe de los obispos es Nuestro Señor. El presidente de la Conferencia Episcopal no tiene potestad ejecutiva, recae en el secretario general”. “La categoría de poder aplicada a la Iglesia y vivida desde la conciencia interna de la Iglesia es un servicio”, subrayó. “Y tratamos de vivirlo así siempre”, apostilló.
De Aznar a Zapatero
En cuanto a la relación con los diferentes gobiernos españoles, comentó que en la etapa de Felipe González, las medidas adoptadas respecto a la libertad de educación y a la enseñanza religiosa “dejó mucho que desear”. “El nivel de calidad, de espiritual y de vida de fe en los colegios de ideario católico ha bajado”, reflexionó al ser preguntado por el contexto actual, subrayando la disminución de la vida religiosa y la falta de laicos que refuercen estos proyectos educativos.
A partir de ahí, explicó que “no fue lo mismo tratar” con los gobiernos de Aznar, Rajoy o Rodríguez Zapatero ante el “el gran problema del derecho a la vida, la comprensión de la verdad del matrimonio y de la familia”. Eso sí, respecto a Rodríguez Zapatero apuntó con ironía que fueron “amables”.
Al ser preguntado por Juan Pablo II, destacó que “sufrió la persecución nazi y comunista” y remarcó que “empieza su pontificado anunciando a Cristo y lo termina exponiendo que a Cristo se le encuentra en la eucaristía”. “La riqueza del magisterio de Juan Pablo II no tiene comparación en la historia de la Iglesia”, sentenció. En relación al papa Francisco, comentó que siempre tuvo “una relación cordial que ha continuado”.
¿Cambio climático?
En un momento determinado, Bieito Rubido dejó caer que “hoy los obispos hablan mucho de cambio climático y poco de Dios”. El cardenal Rouco Varela eludió responder. Preguntado en otro momento por la sensación de uno de los asistentes al acto de que se está produciendo una demolición del magisterio de Juan Pablo II en algunos sectores de la Iglesia, el purpurado salió al paso diciendo que “estoy fuera de juego”.
En el acto, también intervino el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, que recordó, en referencia a Wojtyla, que “los totalitarismos se cebaron con Polonia como con ningún otro pueblo de Europa”. “La providencia estaba preparando a través del sufrimiento un don para la Iglesia que era Juan Pablo II”, enfatizó el que fuera secretario general del Episcopado español.