España

La advertencia de San Juan de Dios: “Aunque no lo veamos, hay familias enteras en situación de sinhogarismo”

“Más de la mitad de las familias monoparentales en nuestro país están por debajo del umbral de la pobreza y en su mayoría son mujeres”, asegura el coordinador de Ámbito Social de la Orden en España





Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, correspondientes a 2022, el número de personas sin hogar en nuestro país asciende a 28.000. Una cifra, sin embargo, muy alejada de la realidad y es que, desgraciadamente, como explica Salvador Maneu, coordinador de Ámbito Social de San Juan de Dios España, “los datos de que se dispone son incompletos y aunque desde el Ministerio de Derechos Sociales han hecho un esfuerzo notable para establecer una metodología que permita conocer la verdadera magnitud de esta realidad, todavía no ha sido posible”.



De hecho, añade, “no es ya que se cuente de manera distinta en función del sitio, es que hay ayuntamientos que directamente no quieren ni contar cuántas personas sin hogar hay en su municipio”. Esto, subraya, se debe a que “todavía hay administraciones que identifican a las personas sin hogar como el problema a erradicar, cuando el verdadero problema a combatir es el sinhogarismo, una clara anomalía de nuestro sistema”.

El fenómeno, asegura, es grave y además creciente. El número de personas sin hogar es cada vez mayor y ya no responde a un único perfil. Las dificultades de acceso a la vivienda son parte crítica del problema y los desahucios, mayoritariamente por impago del alquiler, están llevando a muchas personas a no tener dónde vivir.

“Más de la mitad de las familias monoparentales en nuestro país están por debajo del umbral de la pobreza y en su mayoría son mujeres”, asegura Maneu. Cuando llega el desahucio, muchas de ellas no tienen adonde ir y, si hay menores, por la ley de protección integral de la infancia y adolescencia, suelen acabar en albergues o pensiones para evitar la calle. “Actualmente, aunque no las veamos, hay familias enteras que se encuentran en esta situación”, afirma.

De otro lado, cada vez hay también más jóvenes en esta situación y varones mayores de 50 años que se quedan sin empleo y, debido a su edad, tienen muy difícil el acceso al mercado laboral. Muchos de ellos, desgraciadamente, sí acaban viviendo en la calle. Los datos corroboran esta realidad y España es, según el último informe del Eurostat correspondiente a 2022, el cuarto país con mayor riesgo de pobreza y exclusión social, solo por detrás de Rumanía, Bulgaria y Grecia.

Un hombre sin hogar se prepara la cena en una calle del centro de Barcelona

Redes de protección social intermedia

La solución, defienden desde San Juan de Dios, pasa en primer lugar por la prevención, es decir, por activar los mecanismos que impidan que las personas lleguen a esta situación porque, una vez ahí, la reinserción es un camino largo y complejo.

“Actualmente, las redes de protección social intermedia están fallando o están colapsadas”, explicar Salvador Maneu. Y esto afecta a los menores, a los inmigrantes, a las personas con problemas de salud mental… En el caso de los niños que viven en centros de acogida, por ejemplo, falta un programa efectivo de transición a la vida adulta que evite que muchos de ellos acaben en la red de atención a personas sin hogar cuando cumplen los 18 años.

Si se habla de población migrante en situación irregular, sucede algo similar. Muchos de ellos no tienen adonde ir cuando salen de la red de protección que contempla la Administración Pública y que les cubre durante dos o tres años. La lentitud de la burocracia para obtener los permisos de trabajo, por ejemplo, tampoco juega en su favor. Todo ello hace que actualmente el 70% de la población sin hogar en España sea migrante.

Y en el caso de las personas con problemas de salud mental también se está fallando. “La mitad de las personas sin hogar presenta un diagnóstico de este tipo. Debemos mejorar la prevención en salud mental, promover el diagnóstico precoz, así como intervenciones integradas sociales y sanitarias para evitar que muchas personas acaben en dispositivos de atención a personas sin hogar por este motivo”, sostiene Salvador Maneu.

También es mejorable la política del ingreso mínimo vital: “sabemos que sólo el 40% de quienes tienen derecho a esta prestación la reciben”. Una mayor agilidad en la implementación de este subsidio tendría un impacto muy beneficioso en la mitigación del sinhogarismo.

“La cooperación y el trabajo en red con las administraciones públicas, con otras organizaciones y entidades de la Iglesia es otra de las claves a las que San Juan de Dios otorga mucha importancia”, subraya Maneu.

Un paso más allá

Actualmente, San Juan de Dios cuenta con veinte dispositivos para la atención de personas sin hogar en ocho comunidades autónomas: Andalucía, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Comunidad de Madrid, Región de Murcia y País Vasco.

En estos dispositivos se atiende a más de 5.000 personas anuales, un servicio que se complementa con pisos que permiten la transición desde los centros colectivos a la vida autónoma porque el propósito de la Orden es la creación de oportunidades para que las personas puedan tener una vida digna y con sentido.

Centros residenciales, pisos, ayudas y servicios de primera necesidad… son medios para cumplir con este propósito. “En San Juan de Dios ayudamos a la persona a construir o reconstruir su proyecto de vida y para ello no sólo hablamos de alojamiento, hablamos también de formación, de centros de empleo, de labores de intermediación con empresas para favorecer su contratación, de ayudarles en la búsqueda de vivienda, en los trámites para obtener prestaciones sociales o permisos de trabajo… es decir, en San Juan de Dios creamos oportunidades para que estas personas, que llegan en una situación de extrema fragilidad, recuperen su autonomía, sean resilientes y capaces de vivir su propia vida”, explica Juan José Afonso, director general de

La evolución del modelo

Al igual que el perfil de las personas sin hogar ha ido cambiando también lo han hecho sus necesidades y eso para San Juan de Dios conlleva una responsabilidad: apostar por soluciones que se adapten a estas nuevas realidades.

En esta línea se concibe, por ejemplo, el proyecto del Hort de la Vila 2.0 de Sant Joan de Déu Serveis Socials Barcelona, “un nuevo concepto que evoluciona hacia modelos que son cada vez más respetuosos con la autonomía y la libertad de las personas y que viene a complementar los dispositivos que ya tenemos y que siguen siendo necesarios”.

De esta forma, San Juan de Dios transformará este centro residencial del Sarrià en Barcelona en 100 apartamentos con zonas comunes que promuevan la convivencia, eviten la soledad no deseada y contribuyan a la promoción de la autonomía y la recuperación de las personas sin hogar con largas trayectorias de exclusión social, necesidades socioeducativas y de acompañamiento a largo plazo. Un modelo que se pretende extender y adaptar a otras comunidades autónomas como Madrid donde San Juan de Dios cuenta también con varios dispositivos de ayuda como el albergue Nuestra Señora de la Paz.

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