Han suscrito un manifiesto dirigido a los gobiernos presentes en este foro mundial sobre biodiversidad en los que ponen “sus justas demandas”
La Comisión de Pastorales de Pueblos Originarios de América Latina y el Caribe, entidad de articulación eclesial de la región, está presente en la COP16, que comenzó este 20 de octubre en Colombia.
Ha suscrito un manifiesto dirigido a los Gobiernos presentes en este foro mundial sobre biodiversidad en los que ponen “sus justas demandas” sobre la mesa.
No es para menos, los indígenas de América Latina siguen sumidos en la “peste del olvido” por lo que pidieron a tomadores de decisiones de la región acompañen sus luchas por superar problemas estructurales como la estigmatización, discriminación, desalojo, desplazamiento y criminalización.
Amén del saqueo de sus territorios, que “pone en riesgo la supervivencia de estas comunidades y la conservación de la biodiversidad”.
Asimismo han reafirmado su compromiso en la defensa de sus derechos y la promoción de la justicia social como también exigieron el respeto a la libre determinación y consulta previa sobre temas que les afecten.
De allí, que proponen los conocimientos ancestrales en áreas como medicina, agricultura y recursos naturales para promover el desarrollo sostenible. Para lo cual se requiere “fomentar el diálogo intercultural para fortalecer la convivencia y el respeto mutuo”.
El extrativismo y el neoextractivismo siguen amenazando la vida en los terrotorios, por ello, la “mercantilización de la casa común” debe detenerse. En este sentido, la clave está en la “autosostenibilidad y defensa territorial”.
El reciente asesinato de Marcelo Pérez en Chiapas (México) atizó el dolor de quienes acompañan a las comunidades indígenas: “Es de extrema violencia, son crecientes los asesinatos de indígenas por la defensa de sus derechos y territorios”.
Además cuestionaron decisiones jurídícas como las de Brasil – Ley 14.701/2023 del Marco Temporal – que resulta inconstitucional porque arrebata el derecho a la tierra a miles de pueblos indígenas.
A esto se suma la pérdida de identidad por “la imposición de modelos culturales y económicos ajenos”, que ha llevado a la erosión de las tradiciones, lenguas y conocimientos ancestrales de los pueblos originarios.