La Iglesia en España ha presentado hoy el Día de la Iglesia Diocesana, que este año se celebra el 10 de noviembre con el lema ‘¿Y si lo que buscas está en tu interior?’
Día de la Iglesia Diocesana. ‘¿Y si lo que buscas está en tu interior?‘. Con este lema, Vicente Rebollo, obispo de Tarazona y responsable del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, ha presentado hoy a los medios de comunicación la campaña para la jornada que se celebrará el próximo 10 de noviembre.
Este año, la campaña gira en torno a las vocaciones -todas, consagradas o no-, en sintonía con el Congreso de Vocaciones que se va a celebrar en Madrid del 7 al 9 de febrero. “Todos queremos encontrar la felicidad en nuestra vida, pero a veces buscamos en el lugar equivocado”, destaca la Conferencia Episcopal Española.
Este es el primer año que la campaña se celebra con la modificación de la ley de mecenazgo que entró en vigor el pasado 23 de diciembre de 2023, por la que cambian las deducciones fiscales a personas físicas y jurídicas en lo que a las aportaciones a cualquier entidad sin ánimo de lucro se refiere, no solo a la Iglesia católica.
En el caso de las personas físicas, se aumenta la deducción del 80% para los primeros 250 euros donados -antes eran solo 150 euros- (en el total de lo que se done a las distintas causas solidarias con las que se colabore). En otras palabras, si contribuyes con 250 euros, solo pagas 50, ya que los otros 200 son deducibles en la declaración de la renta.
Por su parte, a partir de los 250 euros, el porcentaje de deducción aplicable con carácter general se cifra en el 40%, cuando antes era del 35%. Asimismo, la deducción es del 45% para los donativos recurrentes -antes era del 40%- (donaciones a la misma entidad en los dos ejercicios anteriores con un importe igual o superior). Esto afecta a todo el conjunto del Estado español, con las peculiaridades de Navarra y País Vasco debido al régimen foral.
Como cada año, en la web de la campaña se proponen tres alternativas de colaboración más allá del apoyo económico a través de los donativos:
El Secretariado recuerda que la colaboración de todos permite que “más de cuatro millones de personas hayan podido ser atendidas en centros asistenciales de la Iglesia; que sujetan las casi 23.000 parroquias que están al servicio de toda la sociedad; y que sacerdotes, voluntarios y seglares puedan dedicar más de 40 millones de horas a los demás. También gracias a esa corresponsabilidad, hay más de 10.000 misioneros españoles en los cinco continentes”, destaco José María Albalad, director del Secretariado.
Pilar, Montse, Litus, Pedro, Diego, Carmen y Alberto son los protagonistas de esta campaña. Todos ellos respondieron con un sí al plan que Dios tenía para ellos.
“A Pilar le gustaba su vida, aunque había algo que le faltaba. La muerte de su madre supuso ‘un clic fuerte’ que le hizo preguntarse cuál era su lugar en el mundo. En Dios encontró la respuesta. No pensó en lo que renunciaba, sino en todo lo que se encontraba. Ahora es monja cisterciense, lo que le hace sentirse en el corazón de la Iglesia y del mundo. Esta vocación llena su vida. Aunque pueda parecer contradictorio, entrando en el interior realmente uno sale hacia los demás”, explican.
“Montse descubrió lo que es la entrega al conocer a unas misioneras. Pero quería una vida familiar. Ante la duda, Dios le dio la fuerza y le mostró el camino. Y así encontró su vocación. Ahora es misionera en Japón donde ha descubierto la tristeza de vivir sin sentido y los suicidios. Donde ha descubierto que hay una gran labor que hacer. Donde ha descubierto que puedes ayudar a que una persona recupere su dignidad. Y donde ha descubierto que transmitir el mensaje de Jesús es lo que le motiva y da sentido a su vida. Donde ha descubierto que ahí estaba Cristo y que es el lugar que Dios le tenía reservado para estar”, destacan.
“Litus era más caótico que católico. Su vida era el hockey y la fiesta. Pero la pérdida de su abuela le hizo plantearse que tenía que haber algo más. Si no porqué le faltaba algo teniendo todo lo que humanamente quería. En Medjugorje descubrió que podía hablar con Dios. Comenzó pidiendo ayuda para incorporarse con la Selección a los Juegos Olímpicos de Pekín. Pero terminó pidiendo ser simplemente feliz. Ahora es sacerdote y ayuda a la gente a encontrar a Dios a través del deporte. O al menos, para que sea una un cauce de crecimiento personal”, afirman.
“Pedro es ingeniero. Pero después de luchar por tenerlo todo -estudios, un buen trabajo, una buena posición- descubrió que ese todo no le daba la felicidad. Su vida cambió por un enfermo de Sida, del que se despidió con un hasta mañana que no se cumplió. Para la siguiente visita, ya había fallecido. Además de dar clases en un colegio, ahora es diácono. Y como diácono está especialmente llamado a servir a los pobres. A servir a Cristo a través de la caridad”, subrayan.
Por su parte, “Diego perdió la esperanza en la adolescencia tras la muerte, en 15 días, de dos sacerdotes muy queridos. Una luz le llevó de nuevo al camino. Entró en una comunidad en la que encontró a su mujer y su vocación. Además de escritor y productor audiovisual, ahora es un laico que tiene como misión de evangelización acompañar a los jóvenes. Él sabe que puede aportar algo, sobre todo esperanza. Para que, como él, tengan también un final feliz”.
Y “Alberto y Carmen están casados y son padres de dos hijos. Como matrimonio, ahora caminan juntos, aunque para encontrar su vocación recorrieron rutas distintas. El encuentro de Alberto con Jesús fue tardío. Mientras, Carmen quería guiar a Dios y ser monja, hasta que descubrió que era mejor que el guía fuera Él. Fue en unos ejercicios espirituales donde el Señor le puso en el corazón la certeza de que su vocación era el matrimonio. Descubrió que lo que verdaderamente su corazón ansiaba era ser ‘uno’ con Alberto”.