Europa

Las monjas amigas del papa Francisco abandonan el circo donde acompañan a prostitutas transexuales

Dos hermanitas de Jesús dejan su caravana de feriantes tras años de servicio en dos parques de atracciones romanos y se despiden con una misa en la pista de los coches de choque





El tiempo pasa para todos. Bien que lo lamentarán las religiosas Geneviève Jeanningros y Anna Amelia Gigli, hermanitas de Jesús que abandonan su misión habiendo cumplido 80 años y viviendo las últimas décadas en dos caravanas en el Luna park de Ostia, a las afueras de Roma. En este antiguo parque de atracciones el papa Francisco ha estado en dos ocasiones y ha saludado varias veces en las audiencias de los miércoles.



Una misa entre los coches de choque

El agradecimiento de los feriantes y de las personas que ha acogido las religiosas se ha hará formalmente con una eucaristía presidida por el obispo auxiliar del sector sur de la diócesis de Roma, Dario Gervasi, en la pista de coches de choque, según recoge el diario Avvenire. Al final de nuestro servicio en el mundo del circo y del espectáculo ambulante, por lo que nos ha permitido vivir en estos años. Por los rostros y las historias que hemos conocido, por el regalo de los hermanos con los que hemos compartido la vida, por todos los amigos que nos han llenado de amor en estos años, por la confianza y el cariño que siempre nos han demostrado nuestros responsables”, han explicado las religiosas. Y es que Geneviève ha pasado 55 años de sus 81 entre los feriantes formando una comunidad de acogida a personas trans y homosexuales que se han encontrado también con el Papa.

Anna Amelia destacó que las religiosas para los feriantes “somos hermanas para ellos. Nos piden que volvamos de vez en cuando a visitarles, cuando nosotros no podemos ir a verles”. Tanto es así que los feriantes dejarán como recuerdo la roulotte de las hermanas visita por Francisco. “No he querido hacer otra cosa que una obra de amor. Y ahora os toca a cada uno de vosotros, que os habéis comprometido conmigo en este mismo camino, seguir haciendo de él una obra de amor, teniendo bien presente que esta obra no nos pertenece, sino que es una obra de la Iglesia”, insta sor Geneviève.

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