Demetrio Fernández dedica su carta semanal a la solemnidad de todos los santos y al día de difuntos
“El purgatorio no es un invento de los teólogos”. Con esta contundencia se expresa el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en su carta semanal que dedica a la solemnidad de todos los santos y al día de los difuntos.
El pastor explica en su texto que, entre las personas fallecidas, “se encuentran aquellos que todavía están purificándose antes de disfrutar de Dios en plenitud”. O lo que es lo mismo, en el purgatorio, que Fernández define como “la expresión última de la misericordia de Dios con nosotros, que nos hace evidente y palpable su amor y genera en nosotros por contraste el dolor precioso de la contrición”. Es más, el obispo detalla que “el purgatorio es una respuesta de amor sin recortes, donde nuestra alma queda limpia y pura para acceder a la presencia de Dios”.
Con esta premisa, llama a la Iglesia a rezar “por sus hijos difuntos que están en el purgatorio”. “Son sus hijos preferidos, porque son los que más sufren en esa llama de amor por parte de Dios y del corazón humano en su presencia”, aclara, desde el convencimiento de que es “un sufrimiento lleno de esperanza” que “reclama nuestra colaboración y la de todos los santos en su favor”. En este sentido, aclara que “cuando rezamos por un difunto, cuando ofrecemos la Santa Misa por él, estamos haciendo no sólo un acto piadoso, sino un acto de comunión y solidaridad con los que necesitan nuestra ayuda y coparticipación”.
En 2011, Benedicto XVI en tono catequético expresó que el purgatorio no era “un espacio físico” como tal. En una audiencia general dedicada a santa Catalina de Génova, expone que “en su tiempo se representaba principalmente recurriendo a imágenes vinculadas al espacio”. Sin embargo, puso en valor cómo para esta mística “el purgatorio no se presenta como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: no es un fuego exterior, sino interior”. “Esto es el purgatorio, un fuego interior”, remarcó entonces Joseph Ratzinger, refiriéndose al “camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos”.
En la carta pastoral, el obispo de Córdoba también recuerda que “el cielo no es algo que puede esperar, porque el cielo es la unión con Dios Padre en su Hijo Jesucristo, hombre como nosotros, ungidos e impulsados por el Espíritu Santo”. De la misma manera, subraya que “los Santos nos recuerdan esta manera de caminar por la vida”. “Ellos van delante, ellos han vivido sensatamente la vida, ellos gozan de Dios a plena luz e interceden por nosotros. Son nuestros hermanos mayores, que nos ayudan en el camino de la vida”, apostilla.