“¡Las monjas ya no pueden más!”. Es el grito desesperado que lanza Conchi, una de las trabajadoras de la residencia de ancianos Francisco Ramón Pastor HogaresMD-Catarroja, gestionada por la comunidad de Madres de Desamparados y San José de la Montaña.
Conchi relata cómo la riada que está asolando Valencia inundó la cocina y ha dejado prácticamente aislados a las religiosas, sin capacidad para atender a la treintena de ancianos, prácticamente todos en situación de dependencia y con demencia. “Ayer fui con mi marido para llevarles lo poquito de comida que pudimos y pudimos ver cómo están sufriendo las monjas y los abuelos”, comparte Conchi. “No sé si ayer llegó la UME para llevarles un poquito de agua, pero no tienen ni luz ni gas”.
Esta trabajadora comparte que, “gracias a Dios todos los ancianos han podido salvar su vida, porque una de las monjas decidió subirlos a sus habitaciones antes de que todo esto pasara”.
“Estoy indignadísima”, añade Conchi sobre la falta de efectivos militares, policiales, sanitarios y de servicios sociales en la zona: “Todos los ancianos que tenemos están en una situación tremendamente frágil, todos están en sillas de ruedas. Necesitan ser trasladados para que se los lleven a un hospital, porque las monjas no pueden más y mis compañeras tampoco”. “Al menos, por ahora, tienen material como medicamentos y pañales”, explica esta mujer que se muestra especialmente preocupada porque no saben cuánto podrán aguantar la situación”.