“Continuemos rezando por Valencia y por los demás pueblos de España que sufren tanto estos días. ¿Qué hago yo por la gente de Valencia? ¿Rezo, ofrezco algo? Piensen en estas preguntas”. De esta manera se ha expresado hoy el papa Francisco al término del rezo del ángelus.
Tras rezar la oración mariana, Jorge Mario Bergoglio ha vuelto a acordarse una vez más de todos los afectados por la gota fría más grave del siglo en España, cuya cifra de fallecidos se ha elevado hoy a 217 y la cifra de desaparecidos aún se desconoce.
Esta es la quinta vez que el Pontífice se refiere a la catástrofe a causa de la DANA en los últimos días. El Papa ha enviado un videomensaje a los afectados, ha llamado al arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, se refirió al temporal también en el ángelus del 1 de noviembre, ayer compartió un mensaje en Twitter y hoy ha vuelto a tener presente este drama que sacude a España.
Antes, Francisco ha centrado su reflexión de hoy antes del rezo del ángelus en el Evangelio de hoy (Mc 12,28-34), cuando uno de los escribas le pregunta a Jesús cuál es el primero de todos los mandamientos. Y este responde: “Amarás al Señor, tu Dios y amarás a tu prójimo”.
“También nosotros a veces nos sentimos perdidos en tantas cosas y nos preguntamos: pero, al final, ¿cuál es el más importante de todos? ¿Dónde puedo encontrar el centro desde donde irradia todo lo demás? Jesús nos da la respuesta, uniendo dos mandamientos que antes estaban separados”, ha explicado, para luego exclamar: “¡Este es el corazón de la vida cristiana!”.
Como ha dicho el Pontífice, “todos nosotros necesitamos volver al corazón de la vida y de la fe. Y Jesús nos dice que la fuente de todo es el amor, que no debemos nunca separar a Dios del hombre”.
Según sus palabras, “cuando el Señor venga, en primer lugar nos pedirá cuentas del amor que hemos sabido ofrecer y del que sin embargo no hemos donado”.
Por eso “es importante fijar en el corazón el mandamiento más importante –ama al Señor, tu Dios y ama al prójimo como a ti mismo–, para hacer cada día nuestro examen de conciencia y preguntarnos: ¿el amor por Dios y por el prójimo es el centro de mi vida? ¿Mi oración a Dios me empuja a ir hacia los hermanos y a amarlos con gratuidad? ¿Reconozco en el rostro de los otros la presencia del Señor?”, ha subrayado.