Cuando están a punto de cumplirse seis meses desde que la comunidad de clarisas de Belorado materializara un singular cisma en la Iglesia católica, aumentan las deserciones dentro del grupo que inicialmente respaldó a la defenestrada abadesa, sor Isabel de la Trinidad.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Según ha confirmado ‘Vida Nueva’ a través del recién estrenado jefe de prensa de las monjas excomulgadas, Francisco Canals, hace “dos o tres semanas” abandonó el monasterio otra de las mujeres que formaban parte del núcleo apoya a la priora. En tono coloquial, Canals compartió con esta revista que “al final esto es un Gran Hermano en el que la presión mediática y de los familiares puede con ellas”. Otras fuentes eclesiales cercanas a la comunidad han confirmado a esta revista que se trataría de sor Adriana Gil Altares, una de las pocas religiosas que no se cambió el nombre tras profesar.
Las mayores, sin excomunión
Hoy por hoy, en el monasterio estaría habitado por trece mujeres. Ocho formarían parte del grupo cismático, incluida la ex abadesa, sobre las que recaería la denuncia de desahucio interpuesta por el Arzobispado de Burgos. A ellas habría que sumar a las cinco monjas de avanzada edad que, por su estado de salud, están hoy por hoy al margen del pronunciamiento cismático, de la excomunión y de la demanda civil.
Echando la vista atrás, el 13 de mayo, cuando la priora sancionada por la Santa Sede hizo público el llamado manifiesto católico, residían en Belorado 16 monjas. Además, estaban incardinadas en la comunidad otras dos más, que residían fuera por diferentes motivos. Apenas 24 horas después, la que fuera portera del convento, sor María Amparo, abandonaba el recinto. Ella misma denunció posteriormente que “tenía que salir para no pertenecer a esta secta”.
La deserción de sor Paz
A partir de ese momento, las diez clarisas más jóvenes se mostraron como un grupo férreo, tal y como visibilizaron en un comunicado el 24 de junio. En el texto, defendían con nombres y apellidos su independencia de la Iglesia católica, reivindicaban la propiedad del recinto y denunciaban “amenazas al recurso de la fuerza pública para nuestro desahucio”.
Durante el verano, este apoyo a la ex priora comenzó a resquebrajarse. Sor Paz, la que fuera vicaria de la comunidad y, por tanto, figura clave dentro del equipo directivo, decidía dejar el monasterio por desavenencias con sor Isabel. Además, era uno de los rostros más conocidos del grupo, en tanto que se la pudo ver acompañando a la lideresa de Belorado durante su visita en junio a los juzgados de Burgos para ratificar la denuncia interpuesta contra el arzobispo de Burgos y comisario pontificio, Mario Iceta, por abuso de poder, usurpación de representación legal y vulneración del derecho a la libre asociación. Ahora, con la nueva salida del convento, sor Isabel cuenta solo con siete votos a favor de su causa.