El papa Francisco ha recibido este lunes en audiencia a los participantes en el III Encuentro de Iglesias Hospital de Campaña, promovido por la asociación Mensajeros de la Paz y en el que se encontraba el padre Ángel, sor Lucía Caram y Peio Sánchez, rector de la parroquia de Santa Anna e impulsor del Hospital de Campaña.
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“Ustedes, ayudados por la gracia del Espíritu Santo, se empeñan para que las iglesias sean como un hospital de campaña, llevando adelante los principios de anunciar a Cristo, reparar las desigualdades del tejido social y sembrar esperanza”, ha reconocido el Pontífice en su discurso.
Así, al dar “testimonio de acogida a estos hermanos, más con los gestos que con las palabras”, el Papa ha animado a los presentes “a seguir viendo en cada uno de ellos, los vulnerables, el rostro de Cristo”. “De esa manera, anuncian a Cristo como aquel que siempre camina con ellos, ya que es él quien primero se ha hecho pobre despojándose de todo”, ha subrayado.
“A mí me hacen bien anécdotas de gente pobre, de la España, del sur de Italia, que anuncia a Cristo como puede en medio de una inmigración musulmana, por ejemplo”, ha apuntado. “Y lo anuncia con los gestos, con la acogida, con el acompañamiento, con la promoción del migrante”.
Denunciar la desigualdad
En cuanto a reparar las desigualdades, el Papa ha apuntado la necesidad de “denunciar a la sociedad que la desigualdad, a veces tan grande, entre los ricos y pobres, no es lo que Dios quiere de la humanidad y, en justicia, estas requieren ser resueltas”. “Hay que restablecer el tejido social reparando las desigualdades, nadie puede quedarse indiferente ante el sufrimiento de los demás”, ha insistido Francisco.
Por último, el Papa ha concluido su discurso subrayando la importancia de “sembrar esperanza”. “En cada persona que acogen, ya sea porque no tiene hogar, por ser refugiado, por ser parte de una familia en estado de vulnerabilidad, por ser víctima de la guerra o por cualquier otro motivo que lo vuelve marginado de la sociedad, siembren esperanza”, ha aseverado.
“Quisiera que todos ustedes, en la labor que realizan en la Iglesia, nunca dejen de descubrir que atender a los más vulnerables es siempre un privilegio, porque de ellos es el Reino de los cielos”, ha añadido el Papa, ya que “cada vez que tenemos la ocasión de acercarnos a ellos y brindarles nuestra ayuda, es la oportunidad que tenemos de tocar la carne de Cristo, porque llevar el Evangelio no es una cosa abstracta que se reduce a un adoctrinamiento, sino que se concretiza ahí, en el compromiso cristiano con los más necesitados; ahí está la verdadera evangelización”.
Servir a los pobres
“Recuérdenles que la esperanza cristiana es más grande que cualquier situación”, ha dicho Francisco, reconociendo que “esto no es fácil decírselo a un herido de guerra”, pero hay que decirlo “porque la esperanza tiene su fundamento en el Señor, no en el hombre. Una cosa es el optimismo, que es bueno, pero otra cosa es la esperanza”.
De esta manera, el Papa ha animado a los presentes a “continuar contagiando esperanza, misericordia y amor a otras personas para que, convencidas ellas también de esta verdad, puedan sumarse a colaborar en el servicio de los más pobres”. Y aclaró: “¿entonces los tenemos que bautizar antes que vengan a colaborar al servicio de los más pobres o los que tenemos que mandar a confesarse para que estén en gracia de Dios? No, cualquiera: ateo, no ateo, cualquiera, de esta religión o de la otra”.
“Servir, y servir a los más pobres”, ha insistido Francisco, porque “entre los más pobres está Jesús. Están sirviendo a Jesús, aunque no crean en Él. Todos, todos, todos, todos metidos en la bolsa del servicio, todos metidos en el compromiso por los demás”.