Tal y como enfatizó ayer a Vida Nueva Rosa García Fernández de Sevilla, directora de Cáritas Albacete y presidenta de Cáritas Castilla-La Mancha, que está coordinando la ayuda en Mira (Cuenca) y Letur (Albacete) tras las graves inundaciones de la semana pasada, la solidaridad de los españoles se ha manifestado en el envío masivo de bienes de primera necesidad, como ropa y comida. Pero ahora, ante todo, hay una urgencia: las aportaciones económicas.
También lo ve así Aurora Aranda, directora de Cáritas Valencia: “Muchas empresas nos han ofrecido naves y hemos podido tener más puntos de recogida y reparto, pero las muestras de solidaridad de toda España han sido tan abrumadoras que estamos colapsados. Por eso, a algunas entidades ya les estamos pidiendo que guarden lo que nos ofrecen ahora y, cuando lo necesitemos, se lo pediremos. Por ahora, lo más urgente son botas de agua, productos de limpieza, toallas o sábanas”.
Sin olvidar, claro, las enormes dificultades para moverse: “Cuesta mucho desplazarse por los pueblos y, una semana después, a muchos de ellos solo se puede llegar andando. Vamos poco a poco mejorando, pero aún se sigue en la fase de limpieza de las calles”.
Por ello, reclama “una mirada a corto, medio y largo plazo” de cara a que la ayuda sea eficaz. Algo a lo que más contribuirán serán “las aportaciones económicas, que nos ayudarán, dentro de meses, a cosas tan esenciales como recuperar las casas de la gente. Muchas de ellas tendrán que ser visitadas por ingenieros que analizarán su habitabilidad. Y, cuando se puedan recuperar, hay que empezar por pintarlas y contar con electrodomésticos. En algunos casos, podemos hablar de plazos de hasta un año”.
Lo mismo ocurre “con las ayudas que se necesitarán para que las personas puedan emprender un nuevo negocio o contar con un medio de transporte”. De ahí la insistencia en hacer “pedagogía” con las donaciones, siendo el fin último que estas ayuden realmente a los afectados.
Aranda concluye reconociendo que, “en los últimos días, vivo con la emoción a flor de piel. Soy trabajadora social y llevo 30 años en Cáritas, pero, como directora de la delegación valenciana, no llevo ni un año… No podía imaginar vivir algo así y estoy abrumada, tanto por tratar de asimilar lo que está pasando como por la solidaridad de la gente, que es impresionante”.
En clave creyente, aplaude “el sentido comunitario y de fe que están mostrando tantas parroquias y grupos cristianos, con un inmenso testimonio. Es complicado, pero hay que vivirlo con esperanza. Se está demostrando que la sociedad tiene futuro y un mundo más justo, fraterno e igualitario es posible”.
Junto “al sostén de Cáritas Española y a mi equipo, que está siendo clave estos días, confío en el Espíritu Santo, que no está guiando a la hora de tomar tantas decisiones. La oración que nos llega desde toda España nos ayuda mucho. Es una fuerza que se contagia y en la que el Espíritu nos lleva de la mano”.