Los obispos mexicanos llaman a actuar urgentemente en tres líneas de acción: acompañar a las mujeres vulnerables, hacer oír los principios cristianos en medios públicos y trabajar en una cultura de la vida
Luego de que el pasado 5 de noviembre el Congreso de la Ciudad de México aprobara en comisiones, un dictamen para eliminar por completo la protección legal de la vida en gestación, mediante la reforma al Código Penal, y ante la posibilidad de que éste sea subido al pleno esta semana, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresó su preocupación de que, al eliminar el límite actual de las 12 semanas de gestación, se abra la puerta a la terminación del embarazo en cualquier momento, con graves consecuencias para la salud y la vida de las mujeres.
A través de un comunicado firmado por el presidente del organismo, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, la CEM señaló que, bajo el argumento de defender derechos, en realidad los legisladores capitalinos están desconociendo el derecho humano más fundamental: “el derecho a la vida desde la concepción hasta su muerte natural”.
Por ello, los pastores hicieron un urgente llamado a la comunidad católica, para que ponga en marcha las siguientes tres acciones:
En primer lugar, piden orar, trabajar y acompañar a todas las mujeres, con especial atención a quienes atraviesan situaciones dramáticas y de vulnerabilidad, brindándoles alternativas reales y apoyo concreto.
Luego piden hacer oír la voz de la Iglesia católica en los espacios públicos y legislativos, en defensa de la persona humana en todas las etapas y situaciones de vulnerabilidad.
Y por último, promover una verdadera cultura de la vida que supere toda forma de violencia contra los más vulnerables y fomente el desarrollo de una sociedad madura que reconozca, ame y sirva a la vida humana en todas sus etapas.
Los obispos también dejaron en claro que las mujeres son una fuerza transformadora esencial en la sociedad, y su aporte a través de la maternidad es incalculable para México y la humanidad entera.
Por ello -dijeron- el apoyo a la mujer embarazada en situación vulnerable debe ser una prioridad para la sociedad, las familias y todos los creyentes.
Como Iglesia, se comprometieron a acompañar a todas las mujeres que se encuentran en una encrucijada entre la vida y la muerte, frecuentemente agravada por circunstancias de pobreza, violencia y abandono, así como continuar brindando asistencia espiritual y material a quienes lo necesiten.
Finalmente, recordaron que el derecho a la vida no es una cuestión de ideología, ni de simple opinión política. “La vida humana, que describen las ciencias biológicas, manifiesta un significado y trascendencia que ninguna ley positiva puede eliminar ni cambiar”.