Tres son los grandes desafíos espirituales para los cristianos de hoy: la unidad, la confianza en el evangelio y las divisiones políticas. Así lo cree el –durante 12 años– arzobispo de Canterbury, Justin Welby, quien ha concedido una revista a La Vie en la que, entre otras cosas, habla de su gran relación con el papa Francisco y de la necesidad de caminar unidos.
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“Jesús ora en Juan 17, versículo 21, para que seamos uno, para que el mundo sepa que Jesús vino del Padre. Solo este versículo contiene volúmenes de teología”, afirma Welby, subrayando, sin embargo, que “la unidad no es unanimidad: amarnos unos a otros en nuestra diversidad es el mayor desafío espiritual”. “Debemos evitar creer que nuestro propio testimonio es el único que cuenta, a riesgo de romper con el otro”, asevera.
Pero, sobre todo, tiene una gran preocupación en cómo vivir esta unidad dentro de las iglesias “mostrando el amor de Cristo, pero sin dividirnos en grupos políticos”. Asimismo, en cuanto a la confianza en el evangelio, el arzobispo de Canterbury señala que “lo que Cristo reveló en su vida es la clave de los problemas de nuestro mundo, y no debemos avergonzarnos de proclamarlo”.
Trabajar juntos
En cuanto a su relación con el Papa, Welby “ser muy claro” y ha reconocido que, tanto para él como para “la mayoría de los líderes anglicanos que conozco”, Francisco es “el titular de la primacía universal”. “La forma en la que opera es muy diferente de lo que habría sido antes de la Reforma. Cuando fuimos a Sudán del Sur con el moderador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, no había ninguna duda en la mente del moderador y en la mía de que el papa Francisco era el primero de nosotros tres”, asegura.
Una situación, dice, ante la que “no hubo arrepentimiento ni consternación, estábamos felices por ello. Pero tampoco había duda de que íbamos a trabajar juntos, no sobre una base jerárquica, sino con él como el primero entre iguales, el mayor entre iguales”. “Nunca olvidaré ese encuentro que tuvo lugar al caer la noche, en medio de una enorme multitud que se extendía hasta donde alcanzaba la vista”, relata Welby.
En cuanto al Sínodo de la Sinodalidad, Welby considera que “las iglesias son como los ríos: nunca son iguales dos veces”. En este sentido, considera que Francisco “ha introducido en el corazón teológico de la Iglesia católica la posibilidad de que todo el pueblo de Dios sea escuchado. Lo cual siempre será un desafío, más que nunca en el siglo XXI, donde la voz de la Iglesia ya no se expresa sólo a través de los periódicos o los obispos sino, en voz alta, en las redes sociales”.
Por tanto, subraya que “es mucho menos controlable, y una de las tentaciones de la Iglesia es intentar controlar lo incontrolable. No podemos controlar al Espíritu Santo, y no podemos controlar a los laicos… De cualquier manera, ¡gracias a Dios!”.