Vaticano

La Teología soñada por Peña Parra: “Que sea capaz de encarnarse en los dramas de la existencia humana”

El sustituto de la Secretaría de Estado ha participado en la inauguración de la nueva sede de la Pontificia Academia de Teología en Roma





“En el futuro, la Teología ya no podrá concebirse sólo como una ‘ciencia académica’, sino que deberá asumir un carácter más sapiencial, iluminando los pasos de la vida de todos, en particular de aquellos que están desorientados, para ser capaz de encarnarse, cada vez más, en los dramas de la existencia humana, con los múltiples problemas que la aquejan, pero también la guía hacia un futuro de justicia y de paz, de fraternidad universal”. Así lo ha considerado Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, en la inauguración de la nueva sede de la Pontificia Academia de Teología en Roma.



“Estoy feliz de que, después de las vicisitudes de los últimos años, la Academia Pontificia de Teología tenga una sede, un lugar, una base, o más bien una ‘plataforma de lanzamiento’, desde la que lanzar sus renovados objetivos institucionales, a través de actividades que partirá de estas salas pero seguramente se convertirá en un punto de referencia para muchos”, continuó Peña Parra, tal como recoge la Agencia SIR.

Edgar Peña Parra

Un fructífero diálogo crítico

Asimismo, Peña Parra ha subrayado que la Academia Pontificia de Teología es “un lugar privilegiado para vivir la colegialidad y la fraternidad teológica, aprovechando plenamente un trabajo especulativo serio, realizado con rigor científico”. 

En este sentido, ha aseverado que “la nueva misión de la Academia Pontificia de Teología implica abrirse, en un fructífero diálogo crítico con miembros de otras confesiones cristianas, pero también con representantes autorizados de religiones no cristianas, ampliando los círculos de encuentro teológico hacia aquellos que no creen o demuestran indiferencia hacia el cristianismo, incluso con aquellos que se consideran (por sus propias razones) hostiles a la fe cristiana y a la obra evangelizadora de la Iglesia, imaginando una improbable ‘esculturación del catolicismo’: el mundo del racionalismo crítico ateo, y del indiferentismo religioso, es un desafío para la proclamación del Evangelio”.

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