“¿No estamos cansados de polémicas? ¿No nos hartamos de guerras y de visiones excluyentes? ¿No anhelamos algo más que tanta violencia o tantas batallas internas?”. Con estas tres preguntas se ha presentado el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, en la plaza de La Almudena para celebrar la misa en el día de la patrona de los madrileños.
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En una extensa homilía, el purpurado ha recordado que María es la Madre del Encuentro en medio de “una sociedad de muchos desencuentros. Creo no ser muy catastrofista si señalo que nuestra convivencia está amenazada hoy en día por la incomunicación. O quizá, más bien, por los excesos de una comunicación marcada por la confrontación y la tentación de polemizar con todo o de herir con lo que sea para parecer mejor que el otro”.
“Esto ocurre en ámbitos religiosos y ocurre en ámbitos civiles. Parece que nos cuesta asumir que la diferencia no tiene por qué ser enemistad. También nos cuesta entender que aceptar dicha diferencia tampoco significa asumir que ‘todo vale’ por el mero hecho de que alguien lo defienda”, ha aseverado.
Vivir en la diferencia
Mirando la imagen de la Virgen, Cobo se ha propuesto hacer entender a los fieles congregados en la plaza, y a todos aquellos que le estaban viendo por televisión, que “diferencia y unidad son dos caras de la vida plena que el Evangelio propone”.
“La diferencia es valiosa. Ser diferentes es un don. La diferencia no debería llevarnos a considerarnos enemigos por el mero hecho de ser distintos”, ha señalado, para luego preguntar: “¿Imagináis un mundo monolítico donde todos estuviéramos cortados por el mismo patrón?”.
Para Cobo, “es posible que en ese mundo no hubiera conflictos, pero sería una paz anodina, una sociedad de pensamiento único que, al final, solo puede ser la antesala de una falta de pensamiento crítico”.
En cambio, ha continuado, “la diferencia, como don del Espíritu, aporta matices, colores, tensión y cambio. Engendra dones diversos y diálogo; propicia el debate y nos lleva a una búsqueda más profunda de la verdad. La diferencia nos conduce a hacernos una de las preguntas esenciales y más difíciles de responder: “¿Quién soy yo?”.
Vivir en la unidad
Pero la unidad “también es valiosa”. “Más bien, es imprescindible, porque la diferencia no lo es todo. El mismo Espíritu Santo, que propicia la diversidad, conduce inexorablemente a la unidad, ha afirmado.
“Hay algo que nos une por encima de las diferencias. Cuando nos despojamos de los roles, de las ambiciones, urgencias y tareas; cuando somos capaces de aparcar por un momento miradas ideológicas que fragmentan y dividen, todos resultamos ser muchísimo más parecidos de lo que a veces intuimos. Lo hemos visto estos días cuando la terrible DANA ha golpeado a tantos pueblos”, ha subrayado.
Como ha recalcado el cardenal, “todos queremos amar y ser amados”. “Todos queremos tener un sitio al que llamar hogar. Todos queremos que nuestros seres queridos estén bien. Queremos vivir en paz. Todos queremos un mundo justo donde la dignidad humana no sea violentada por el egoísmo o el pecado. Queremos tener motivos y condiciones de vida dignas para vivir”, ha agregado.
“Quizás diferimos en los modos de lograrlo -ha proseguido-, pero me atrevo a decir que las aspiraciones más hondas del ser humano están ahí, sembradas en la entraña más profunda de cada persona. Al final, son compartidas, comunes, universales, hermanadas”.
Para el purpurado, María “nos da la clave de cómo acoger la diferencia. Ella es madre de los diferentes, madre de todos”. “¿Por qué tantos pueblos tan diferentes se vuelven hacia ella?”, se ha preguntado, para luego responder: “Porque Ella es la madre. La amiga. Ella es la que consuela cuando nos acercamos con nuestras vidas hechas jirones”.
Vivir en la diversidad
Como ha destacado, “vivir la diversidad es aprender de María a estar junto a las cruces de los jóvenes que no pueden hacer proyectos de vida por no tener viviend, de quienes, incluso trabajando, no llegan a fin de mes; las de los que están solos; las de quienes vinieron de muy lejos y siguen sin papeles; las de los que lloran sin que nadie les enjugue las lágrimas; las de quienes sufren tantas guerras”.
Y ha continuado: “Necesitamos unas manos marianas que nos enseñen a valorar lo precioso del respeto a la diversidad y al pluralismo. Políticos de todos los colores y ciudadanos de todas las procedencias: necesitamos construir una vida pública más humana y una convivencia más amable. Precisamos con urgencia recrear una diversidad humanizada, donde prime el diálogo, el sosiego y el respeto”.
En ese sentido, ha pedido que María, Nuestra Señora de la Almudena, “nos ayude a caminar juntos sin negar las diferencias en este Madrid complejo y plural. Que nos enseñe a converger hacia el Evangelio por los distintos caminos que forman parte de nuestro origen y de nuestra historia”.
Renovación del voto de la Villa
Por su parte, el alcalde de Madrid, el popular José Luis Martínez-Almeida, ha renovado el voto de la Villa pidiendo a la Virgen que acompañe a todos los afectados por la DANA: “Que sientan el aliento y la ayuda de todo el país, sobre todo de la capital”.
Asimismo, ha pedido a la Almudena que “sostenga a las familias madrileñas para que sean lugar de encuentro y ejemplo de unidad” y que “seamos un lugar amable para todos, que cuida de los suyos”.
En el terreno político, mirándose primero a él mismo, ha reclamado a la patrona de Madrid que “nos liberes de disputas estériles que nos hacen perdernos”.