En entrevista para Vida Nueva, el arzobispo de Monterrey habla de los desafíos y logros de su gestión, así como del panorama que enfrentará quien lo sustituya en el cargo
Este martes 12 de noviembre, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera, dejará el cargo de presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), luego de una gestión de dos trienios, en los que la Iglesia mexicana tuvo que enfrentar grandes desafíos, entre ellos, la pandemia de Covid-19 y la llegada de un gobierno de izquierda al poder.
En entrevista para Vida Nueva, Rogelio Cabrera López habla sobre los avances que vivió al frente del episcopado y los aprendizajes personales como pastor; de cómo ve en este momento a la Iglesia mexicana y los retos que tendrá el próximo presidente del organismo, quien, será electo este día junto con el resto de los miembros del Consejo de Presidencia y del Consejos Permanente.
PREGUNTA.- Señor arzobispo, ¿en qué aspectos considera que hubo avances en la Conferencia del Episcopado Mexicano durante los dos trienios en los que estuvo al frente?
RESPUESTA.- Hemos crecido y trabajado tanto en el aspecto colegial, con el Proyecto Global de Pastoral (PGP 2031-2033), como en el aspecto sinodal, con la realización de dos encuentros eclesiales de México. Con el primero, los obispos nos pusimos de acuerdo, trazando una ruta para vivir los 500 años del acontecimiento guadalupano y los 2000 de la redención, y en los encuentros eclesiales toda la Iglesia, todo el pueblo de Dios (pastores, consagrados y laicos; hombres y mujeres; niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores) tomamos la voz para escucharnos mutuamente y asumir el papel que nos corresponde a todos en la historia de salvación.
De igual forma, ha sido importante continuar avanzando en el tema de protección de menores y adultos vulnerables, no solo dando una respuesta contundente ante los delitos, sino procurando la generación y promoción de una cultura de respeto y promoción de la dignidad de menores y adultos vulnerables.
Redactando nuestros protocolos de acción, tenemos claridad sobre cómo actuar ante un delito; propiciando instituciones que forman en la materia y fomentan el respeto a la dignidad de las niñas, niños y adolescentes, así como de los adultos vulnerables, nos dedicamos a que nuestras iglesias sean espacios seguros para ellos, a acompañar a las víctimas de forma integral y prevenir que se presenten delitos en el futuro.
También atravesamos períodos electorales, así nos propusimos profundizar sobre nuestra participación apropiada en estos tiempos, tanto a la luz de lo que el Derecho mexicano permite a los ministros de culto, como aquello que nos permite el Derecho Canónico como clérigos. Así, establecimos protocolos que nos permitieron participar de manera activa como ciudadanos y cristianos, al tiempo que respetamos la legislación vigente en ambos foros.
P.- ¿Qué aprendizajes personales se lleva de su gestión en la Presidencia de la CEM?
R.- Ser presidente de la CEM me reforzó una convicción que siempre he tenido, que ahora se ha puesto en boga por el tema de la sinodalidad, pero que desde que me impusieron las manos he buscado vivir: que las decisiones deben ser dialogadas, discernidas y decididas en consenso. El presidente de la CEM debe ser un signo de la comunión de los obispos de México.
P.- ¿Cómo ve en este momento a la Iglesia mexicana?
R.- ¡Sin duda veo una Iglesia fortalecida, y con un rumbo definido hacia el 2031-2033! En especial, porque los encuentros eclesiales han impulsado que los fieles laicos tomen un rol primordial en la vida de la Iglesia y que propongan caminos para que la fe resplandezca en la vida cotidiana.
P.- ¿Qué nuevos retos vislumbra que podría enfrentar el próximo presidente de los obispos mexicanos?
R.- En primer lugar, los retos sociales que se van presentando a lo largo de la historia de la humanidad: saber salir al encuentro de aquellos que viven en las periferias existenciales y económicas, sin descuidar la atención al resto de fieles cristianos, al tiempo que se busca ser, como lo hemos dicho en nuestro Proyecto Global: una Iglesia comprometida con la paz, las causas sociales, además de evangelizadora y misionera.
Además, será de nuevo importante y relevante el tema migratorio, por las deportaciones y cierres de frontera que pueden vislumbrarse. Seguir siendo agentes de paz y continuar con la restauración del tejido social, en comunión con todos los otros agentes e instituciones que tienen este deseo.
Por último, no dejar de lado el espíritu e impulso sinodal que tanto hemos buscado vivir en estos trienios, especialmente dando voz a todos en los encuentros eclesiales que hemos celebrado.
P.- ¿Algún mensaje que quiera dar a sus hermanos obispos?
R.- Primero, agradecer la paciencia que han tenido conmigo y pedir disculpas si en algo no actúe como ellos hubieran deseado. Mi conciencia está tranquila en que busque servir de la mejor forma, pero eso no exime de que pudieran haber esperado más de mí.
Además, es para mí importante agradecerles a ustedes como medios de comunicación su gran labor en la sociedad y la Iglesia. Continúen informando para que todos podamos formarnos en una conciencia recta y crítica.