Oscar Ojea sostuvo que, ante el final de un ciclo, es recomendable pedir perdón y perdonarse, y brindar cuidado a quienes han dañado
Comenzó hoy la 125° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, en la Casa de Retiros “El Cenáculo”, en la diócesis de Zárate-Campana, con la presencia de los obispos de todo el país.
En esta oportunidad, durante el Plenario, se elegirán autoridades para el período 2024-2027.
Después de una jornada que se inició con los saludos y avisos; continuó con el tradicional intercambio sobre la realidad social y pastoral en el país, con la opinión de cada una de las regiones.
Antes de la cena, el presidente de la CEA, Oscar Ojea, presidió la Misa de Apertura. Concelebraron los vicepresidentes 1° y 2°, Marcelo Colombo y Carlos Aspiroz Costa, op.
“… Pidiendo la luz del Espíritu Santo y de un modo especial lo haremos en esta asamblea electiva en la que vamos a rezar y a pensar juntos acerca del rumbo que tomara nuestra Conferencia en los próximos años”, así inició su homilía el obispo de San Isidro.
Dijo que traen delante del Señor la acción de gracias por tantos bienes recibidos en la vida y en el ministerio, y también el clamor del pueblo y su deseo de paz y justicia “en este tiempo tan delicado de nuestra convivencia social”. Asimismo, pidió que la Palabra de Dios ilumine este plenario, y destacó que en la primera carta de Pablo a Tito, el apóstol insiste en que quien preside la comunidad tiene que ser irreprochable. “Esta recomendación paulina está en línea con lo que nos está pidiendo el Sínodo que acabamos de finalizar en cuanto a la transparencia, a la rendición de cuentas y a la rectitud en los procesos“, aseveró.
También mencionó que en el Evangelio se profundiza esta idea y habla del escándalo, que es una piedra que no deja avanzar, que detiene y paraliza, y hiere la vulnerabilidad, destruyendo esperanzas e ilusiones. Cree que es provocado por la falta de coherencia entre lo que se dice y se hace, y recordó que el sínodo remarcó la importancia de esta coherencia de vida para la formación sacerdotal.
El presidente de la CEA afirmó que los heridos por el escándalo los interpelan constantemente a estar vigilantes, como el mismo Jesús exhortó a estar atentos y vigilantes. Y por el tema de los abusos vienen hablando de esta actitud. “La atención y el cuidado son las concreciones de la caridad… Esa atención es la que debemos tener como pastores que velan por su rebaño”, asintió.
Consideró que la transparencia que hoy pide la Iglesia es una ayuda para la misión, no un control que oprime o abruma. Es una ayuda que facilita y mejora el ministerio. “El cuidado es una profecía en medio del descuido y del descarte en un mundo donde la vida no se valora”.
Otro tema del texto de Lucas es el perdón. Ante el fin de un ciclo en la Conferencia, y en vísperas de un Año Jubilar, es recomendable pedir perdón y perdonarse. El obstáculo más importante para perdonar es quedarse atrapados en las heridas y repetir el pensamiento de aquel dolor. Esto impide tener la distancia necesaria para perdonar, los instala en el pasado y bloquea los vínculos. “Cuando nos encontramos con hermanos y hermanas heridas, en cambio, recordando que hemos sido perdonados por Jesús, nuestra actitud debe ser de sumo respeto y cuidado para no volver a dañar a quien herimos y ofrecer el espacio de la reparación”, sostuvo.
El tercer punto que el titular de la CEA quiso remarcar es una exhortación a la fe, a unirse al pedido de los apóstoles a que Jesús aumente su fe para madurar en la dimensión de abandono y entrega a la voluntad del Padre, como hizo María. Concluyó pidiendo vivir la fe en el abandono confiado a la voluntad de Dios, y dejarse enseñar por la fe de los más pequeños del pueblo.