Fernando Redondo Pavón es el nuevo director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal. El hasta ahora delegado de Migraciones de Getafe sustituye al dominico Xabier Gómez, nombrado el 8 de octubre obispo de Sant Feliu. Durante su vida sacerdotal ha sido misionero en Bangladesh, en la Amazonía brasileña, capellán de la prisión de Valdemoro y párroco de barrio. Ahora, la Comisión Ejecutiva del Episcopado le encarga la animación de las 70 delegaciones diocesanas de migraciones.
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PREGUNTA.- Este nuevo servicio supone salir del ámbito diocesano al nacional…
RESPUESTA.- Es un desafío pasar de animar la pastoral de migraciones en la diócesis de Getafe, que conozco bien, a hacerlo a nivel nacional. Pero lo acojo con alegría, porque me va a permitir conocer en mayor profundidad la realidad de las migraciones en todo el territorio y, sobre todo, acercarme a la riqueza que supone el compromiso con las personas migradas que a través de múltiples proyectos y acciones se lleva a cabo en las diferentes diócesis a través de las delegaciones o secretariados de migraciones, así como de congregaciones religiosas y otros grupos eclesiales. Asumo esta misión que la Iglesia me pide con un verdadero espíritu de servicio y disponibilidad.
P.- ¿De qué manera le han configurado en su vocación las experiencias en Bangladesh y la Amazonía?
R.- De hecho mi vocación a la vida sacerdotal y misionera han estado unidas desde el principio. Siempre me he sentido sacerdote misionero llamado a llevar el Evangelio a las periferias como le gusta decir al papa Francisco. Mi formación a la vida sacerdotal y misionera la realicé con los Misioneros Javerianos y mi primera experiencia misionera, siendo aún seminarista, la hice en Bangladesh, en medio de los muchi o parias, marginados en todos los sentidos. Todas estas experiencias ciertamente han configurado mi vocación, me han hecho especialmente sensible a la realidad de los excluidos de nuestro mundo y esto me ha llevado a vivir la mayor parte de mi ministerio sacerdotal en medio de ellos.
P.- ¿Ha cambiado Francisco la manera en la que la Iglesia y los católicos miramos a los migrantes?
R.- La Iglesia a lo largo de la historia siempre se ha preocupado de las personas migrantes. Ciñéndonos al fenómeno migratorio moderno, solo tenemos que echar una ojeada a la Doctrina Social de la Iglesia sobre la movilidad humana desde la constitución apostólica ‘Exsul familia’ de Pio XII en 1952 hasta nuestros días. Es verdad que Francisco tiene una sensibilidad especial hacia la realidad de las migraciones y es quien con más fuerza y vehemencia ha levantado la voz a favor de la defensa y acogida de las personas migrantes.
Sin duda, sus palabras y sus gestos han contribuido a que muchos católicos hayan cambiado su forma de ver el fenómeno de las migraciones y se hayan posicionado de forma positiva ante él, hasta el punto de que muchos grupos y comunidades cristianas estén verdaderamente comprometidas, siguiendo la línea trazada por el mismo Papa de acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes que llegan hasta nosotros. La reciente exhortación pastoral de la CEE Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes, bebe también del impulso que el Papa está dando a esta pastoral.
Miedo ante el diferente
P.- Discursos políticos y en las redes sociales hablan de la inmigración como una amenaza. ¿Hay vacuna para la xenofobia?
R.- Muchas veces la xenofobia se produce por el miedo ante el diferente, ante el desconocido, que viene a invadirnos, a quitarnos no solo nuestro puesto de trabajo y ayudas sociales, sino nuestra propia identidad. Esto es lo que difunden algunos discursos políticos. La única vacuna, a mi entender, sería ayudar a nuestro pueblo a que dejen de ver a las personas migrantes como una masa anónima y que den el paso de verlos como personas. Para los cristianos aún un paso más, verlos como hermanos, acercarnos a ellos, escuchar sus historias, conocerlos en una relación tú a tú. Esto cambiaría nuestra percepción y, por tanto, nuestra mirada con relación a las personas migrantes.
P.- Se habla mucho de la visita del Papa a Canarias. ¿Confía en que sea posible?
R.- Es probable. Si fue a Lampedusa, por qué no puede venir a Canarias, punto de llegada de tantas personas que arriesgan su vida y muchos la pierden en el intento, en la llamada Ruta Atlántica, huyendo de la miseria, de la violencia, de la guerra en busca de una tierra que les acoja y les ayude a rehacer sus vidas, dándoles la oportunidad de construir un futuro mejor del que han dejado. La presencia del Papa en Canarias como pastor de la Iglesia universal significaría reafirmar una vez más la posición de la Iglesia en favor de la acogida de las personas migrantes.
La voz del Papa sería un altavoz para denunciar y recordarnos los atropellos, penalidades e incluso muertes que sufren las personas que realizan esta ruta migratoria. Su presencia en Canarias, sería un gran apoyo a las personas migrantes que allí han llegado para que se les ofrezca la oportunidad de rehacer sus vidas e interpelaría a toda nuestra sociedad e instituciones en el ámbito nacional para que con generosidad apoyemos al pueblo canario aliviándoles el peso de la acogida de estas personas, que en estos momentos recae mayoritariamente sobre ellos y les sobrepasa.