Este miércoles 13 de noviembre se cumplen 60 años de la significativa donación de Montini de una corona con fines solidarios
El 13 de noviembre de 1964, el papa Pablo VI, se despojó de la tiara papal y la colocó en el altar de la Basílica de San Pedro, durante una misa con obispos. Según las crónicas de la época, deseaba mostrar el camino durante los debates sobre la pobreza en las reuniones del Concilio Vaticano II. El gesto representó una renuncia del pontífice a este emblema de poder secular. Hasta entonces, sólo la había usado en su coronación, el 30 de junio de 1963, su primera bendición de Navidad y Pascua ‘Urbi et Orbi’, y en el aniversario de su coronación. A continuación, la joya, donada por los fieles milaneses, fue exhibida en las diócesis estadounidenses hasta terminar siendo custodiada por el Santuario Mariano de Washington, en junio de 1968.
Más allá de la renuncia de Pablo VI, la tiara se mantuvo en los emblemas y simbología de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano, sobre dos llaves de San Pedro cruzadas. La oficina papal del momento comunicó que el gesto representaba un acto personal del pontífice que no era vinculante para sus sucesores. Juan Pablo I sustituyó el acto de coronación por una misa de inauguración del Papado.
Juan Pablo II consideró públicamente en su ceremonia de inauguración que ya no era tiempo de volver a dicho rito. Por último, sus sucesores, Benedicto XVI y Francisco, optaron por introducir en su escudo personal la mitra en sustitución de la diadema papal.
La tiara es el nombre que recibe la totalidad de la pieza, también conocida como ‘triregnum’ o triple corona. Está documentado que los obispos eran coronados en la Antigüedad con un tocado de inspiración frigia como reconocimiento en la figura de sumos sacerdotes y, de ahí, fue evolucionando el símbolo hasta hoy día.
Desde 1143 y hasta 1963, la tiara se colocó en la cabeza de los papas durante las ceremonias de coronación. En la actualidad, se conservan 22 ejemplares. Del resto, la mayor parte de las desaparecidas fueron destruidas o robadas. No obstante, todas las tiaras y emblemas anteriores al siglo XVI fueron fundidas por el papa Clemente VII para pagar el rescate exigido por el ejército del emperador Carlos V durante el saqueo de Roma de 1527. Muchas de las joyas portadas por los pontífices posteriormente han sido donaciones de gobernantes europeos.
Las tiaras constaban de un cuerpo circular o pseudocircular, con núcleo de plata, decoradas de joyas e ínfulas de tela bordada. Se usaban en las procesiones y en las bendiciones ‘Urbi et Orbi’ de Navidad y Pascua. Durante otros actos litúrgicos, era depositada en un altar, sustituida por la mitra.
La simbología de la triple corona no está clara, aunque suele relacionarse con el mensaje de raíz medievalista de que el pontífice es el padre de príncipes y reyes, el gobernador del mundo y el vicario de Cristo, habida cuenta de las palabras que se emplean en la ceremonia de coronación pontificia. Un significado más moderno la asocia con el orden sagrado, la jurisdicción y el magisterio.