El obispo de Teruel, José Antonio Satué, está convencido de que “ante la realidad de los abusos, no podemos conformarnos con la aplicación de protocolos, sino que debemos responsabilizarnos del daño infligido y convertirnos con la ayuda de Dios”. Así lo manifestó ayer en las jornadas organizadas por la Pontificia Comisión para la Protección de Menores que hasta mañana reunirán a Roma a voces de los Episcopados y de la vida consagrada de 25 países europeos para analizar los desafíos para la Iglesia sobre la lacra de los abusos.
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“Debemos cambiar nuestra sensibilidad, nuestros pensamientos y nuestras acciones. Sin esa conversión sincera, nuestros discursos, nuestras acciones, corren el riesgo de convertirse en instrumentos de propaganda que, tarde o temprano, perjudicarán a las víctimas”, expuso el prelado, convencido de que “Las víctimas saben distinguir cuándo hablamos convertidos desde su dolor y cuando hacemos propaganda”.
Acompañamiento integral
Satué participó en la primera jornada de este encuentro como abanderado del proyecto Repara, que nació en la Archidiócesis de Madrid como algo más que las preceptivas oficinas antiabusos exigidas por la Santa Sede. Este proyecto de acompañamiento integral ya se ha puesto en marcha en Madrid, Teruel y León. Junto a él, se encontraba Lidia Troya, responsable de primera acogida y coordinadora de atención de Repara Madrid.
“Después de décadas de ceguera y negligencia institucional hemos iniciado este camino de prevención de abusos en la Iglesia”, remarcó Troya. Ante el auditorio, compartió los testimonios de algunas víctimas para visibilizar que “la mayoría de las historias que hemos escuchado coinciden que lo ocurrido es terrible, pero más terrible es el dolor que, como institución, les hemos causado”. “A las víctimas les cuesta confiar en una institución que se ha protegido y muchas veces no ha sido transparente”, advirtió.