La Conferencia Episcopal Argentina culminó la 125° Asamblea Plenaria con la visita a la Patrona de la Argentina con una Misa celebrada en la Basílica de Nuestra Señora de Luján.
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Presidió la Eucaristía el flamante presidente de la CEA, el arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, acompañado por el cardenal primado electo, el arzobispo de Santiago del Estero Vicente Bokalic; el cardenal Ángel Rossi, sj, arzobispo de Córdoba, el cardenal Mario Poli, arzobispo emérito de Buenos Aires, y el arzobispo del lugar, Jorge Scheinig.
En la homilía, Marcelo Colombo expresó felicidad por compartir con la Virgen de Luján los frutos del plenario y por el fortalecimiento de comunión que han vivido a lo largo de la semana. “Cada asamblea plenaria es un alto en el camino, un ámbito para encontrarnos y profundizar en la identidad de nuestro servicio”. Agregó que, a través de los diálogos del intercambio pastoral, tres palabras indican el horizonte: misión, sínodo, regiones.
Compromiso con la Misión
Colombo reafirmó que la Iglesia existe para evangelizar y deben concentrarse en el horizonte misionero, ya que son depositarios de un tesoro a compartir: la Buena Noticia del Reino de Dios y su justicia. “Ello nos mueve a salir de nosotros mismos para testimoniarlo, con audacia y sensibilidad”, indicó.
Además, recordó lo que el papa Francisco expresaba en la clausura del Sínodo: “Frente a las preguntas de las mujeres y los hombres de hoy, a los retos de nuestro tiempo, a las urgencias de la evangelización y a tantas heridas que afligen a la humanidad, hermanas y hermanos, no podemos quedarnos sentados. Una Iglesia sentada que, casi sin darse cuenta, se retira de la vida y se pone a sí misma a los márgenes de la realidad, es una Iglesia que corre el riesgo de permanecer en la ceguera y acomodarse en el propio malestar. Y si nos mantenemos inmóviles en nuestra ceguera, seguiremos sin ver nuestras urgencias pastorales y tantos problemas del mundo en el que vivimos.”
Confirmó que como pastores de la Iglesia argentina se ponen a disposición de los hermanos y reiteran el compromiso con la misión en distintas áreas y servicios.
Sínodo: estilo de vida y servicio eclesial
Cree que la experiencia sinodal marcó fuertemente la reflexión de estos días, sobre todo en clave de comunión, misión y participación, “con la mirada puesta en el mundo, porque la comunidad cristiana está siempre al servicio de la humanidad, para anunciar a todos la alegría del Evangelio”, según las palabras del propio papa Francisco en la homilía del inicio de la 2da sesión sinodal.
El titular de la CEA señaló que la dimensión sinodal es constitutiva de la Iglesia y se vive como una profunda experiencia de reflexión y acción común de los bautizados. Lejos de agotarse en un evento extraordinario o un conjunto de reuniones, lo sinodal representa un verdadero estilo de vida y servicio eclesial.
Estimó que del Sínodo les queda el compromiso de profundizar en la conversión pastoral para testimoniar proféticamente, inclusive ante la sociedad misma atravesada por tantas polarizaciones y contradicciones: “una armonía que conmueva y transforme la vida para hacerla más digna según el querer de Dios para bien de su pueblo”, como señala el documento final del Sínodo, n° 48: “renovamos nuestra disponibilidad para escuchar a todos, especialmente el clamor de los pobres, de los marginados, de las minorías y de nuestra casa común”.
Las regiones pastorales
El tercer punto que indicó es el de las regiones pastorales, viva expresión de la atención de la Iglesia a las realidades, a sus dones en la diversidad de contextos y culturas, de experiencias eclesiales y de ritmos pastorales. Las regiones, deseosas de participar en el camino de servicio, a través del intercambio de dones, cuentan con mucha riqueza de sus realidades pastorales. Refirió, entonces, al Documento Final del Sínodo, que distingue que este intercambio de dones es el criterio inspirador de las relaciones entre las Iglesias. Combina la atención a los vínculos con el reconocimiento y la valoración de las particularidades ligadas al contexto en el que vive cada Iglesia local, con su historia y su tradición. “Este horizonte común requiere discernir, identificar y promover estructuras y prácticas concretas para ser una Iglesia sinodal en misión”. (n. 124)
El ejemplo de Jorge Novak
Marcelo Colombo sostuvo que la renovación es una hermosa oportunidad para profundizar los caminos transitados, con nuevos bríos y en fidelidad a nuestra misión de pastores. La Conferencia episcopal nos ofrece un ámbito para el ejercicio concreto de la colegialidad episcopal “para favorecer la comunión entre las Iglesias y responder más eficazmente a las necesidades de la vida pastoral. Son un instrumento fundamental para crear vínculos, compartir experiencias y buenas prácticas entre las Iglesias… También desempeñan un papel importante en el desarrollo de la sinodalidad, con la participación de todo el Pueblo de Dios.” (cfr. Documento final del Sínodo, n. 125)
El titular del episcopado recordó a Jorge Novak, primer obispo de Quilmes, que lo formó y le enseñó la importancia de la colegialidad episcopal. “Conociendo su experiencia personal, me atrevo a decir que en él esa amada colegialidad, tuvo momentos de mucho dolor y sufrimiento; pero era un hombre de fe fuerte y se reponía para vivirla a cuerpo entero… valoraba y testimoniaba su pertenencia a este cuerpo, aún con sus luces y con sus sombras, y no quería con sus gestos o palabras distanciarse con aires críticos de superioridad o aislamiento”. Agregó que, aún atravesado físicamente por las consecuencias de una grave enfermedad, vivió con entusiasmo la creación de la Comisión de Pastoral de la Salud. “Probado él mismo en la escuela del dolor, se animaba a pastorear y a ser testigo de Cristo junto a sus hermanos obispos en ese escenario muchas veces ignorado por prisas y prioridades. Una colegialidad amada, sentida, probada, nunca meramente declamada, ni herida de indiferencia o lejanía”.
Valoró que el plenario haya reconocido procurar la renovación de los organismos, con sus disposiciones estatutarias y su funcionamiento, que han analizado la importancia de hacer procesos, evaluar y trabajar con tiempos adecuados para conjuntamente caminar hacia la conversión pastoral. Expresó que las comisiones episcopales son una oportunidad para mantener encendido el fuego de esa unidad mayor que nos reclama y nos pide algo de tiempo y la puesta en común de nuestros dones, un espacio válido para la propia formación permanente.
Diálogo Intergeneracional
Destacó la riqueza del diálogo intergeneracional por la incorporación de un creciente número de obispos, provenientes de la misión a lo largo y ancho de la Patria. ¡Qué riqueza tenerlos con nosotros, para aportarnos la frescura de su consagración y sus experiencias!. Recordó que el Papa, en su visita a Perú en 2018, se refirió a la importancia del diálogo intergeneracional para que “los viejos sueñen y los jóvenes profeticen” (Joel 3,1). También valoró la presencia de los obispos eméritos que nos testimonia el amor a la misión y el deseo de servir desde su nuevo lugar. En esta experiencia de colegialidad, en las exigencias de hacerla concreta como servicio de amor a nuestro pueblo, los necesitamos a todos, todos, todos.
Colombo tuvo palabras de agradecimiento a Oscar Ojea. “Su testimonio de buen pastor siempre inquieto ha sido para mí conmovedor y elocuente. Nunca la frialdad del espectador, las intrigas y estrategias mundanas, ni la pretensión del que se las sabe todas. Siempre en camino, siempre buscando, siempre consultando, en definitiva, siempre amando este servicio... los más pobres y marginados, los incomprendidos y postergados, tuvieron en él a un interlocutor permanente… ¡Gracias Oscar! Por tu paternidad, por tu sencillez, por tu humanidad al servicio del evangelio, por tu fidelidad sin fisuras al ministerio del Santo Padre”.
Finalizó la homilía poniendo en manos de la Virgen de Luján este nuevo período de la CEA, y le confió a Ella el ministerio pastoral de todos al servicio del Evangelio. “Que Ella nos indique siempre a Jesús, el camino, la verdad y la vida“, concluyó.