Funeral de la Iglesia española por las víctimas de DANA: “Dios no os ha abandonado”

El arzobispo de Valencia preside una eucaristía en apoyo espiritual por los damnificados de la riada letal, acompañado de los pastores de todo el país

Eucaristía por la víctimas de la DANA en Madrid

“Que todos los afectados tengan también la certeza de que Dios no ha dejado de amarlos y de que no han sido abandonados por Él”. Es el aliento de esperanza que lanzó hoy desde la madrileña catedral de la Almudena el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent. El pastor de la principal región asolada por la DANA, que ya ha causado 226 fallecidos y 13 desaparecidos en el último balance provisional, presidió esta tarde una eucaristía que estuvo concelebrada por los 107 obispos del resto de España que participan en la Asamblea Plenaria de otoño, a los que se sumó el nuncio Bernardito Auza.



Entre los asistentes a la misa, se encontraban la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, el Delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín y la directora General de Libertad Religiosa, Mercedes Murillo.

Con esperanza

Aunque oficialmente se trataba de una misa “en apoyo espiritual a los damnificados” por este desastre natural, lo cierto es que la sobriedad de la ceremonia y el duelo nacional por las víctimas mortales hizo que se tornara en lo más parecido a un funeral. Además, en el rito de conclusión habrá una conmemoración de los difuntos que han fallecido a causa de esta tragedia natural. El hermanamiento de toda la Iglesia española con Valencia se visibilizó a través de la imagen de la Virgen de los Desamparados que estuvo situada en el presbiterio.

El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, en Madrid

“Hay situaciones en las que experimentamos que nuestras palabras no logran expresar la profundidad de los sentimientos que nos embargan”, admitió Enrique Benavent en la homilía al pensar en los fallecidos, en las familias rotas y en tantos que lo han perdido todo por culpa de la riada. “Las palabras parecen insuficientes para decir un mensaje de esperanza”, añadió.

Solidaridad con nombre

Sin embargo, Benavent defendió que “los cristianos no nos podemos limitar a compartir el dolor”. “Ante el misterio del sufrimiento y de la muerte surge en nuestro corazón la pregunta más profunda que se puede plantear cualquier persona: ¿Significa esto que Dios ha dejado de amarnos?”, expuso ante quienes le escuchaban en la catedral. Y se respondió: “Si nuestra solidaridad tiene un nombre, también lo tiene nuestra esperanza: es Cristo”.

El arzobispo compartió su experiencia de tocar de primera mano las localidades afectadas para reivindicar la necesidad de “consolar mutuamente con palabras de fe y de esperanza”. “Deseamos que la cercanía y la solidaridad de la Iglesia os conforte y el sufrimiento se vea compensado por el afecto de todos”, expresó el prelado, que destacó las solidaridad mostrada por tanta gente, tanto aquellos que arriesgaron su vida para salvar la de los demás, como los que han ofrecidos sus locales como espacios de acogida y almacenamiento, y, especialmente a los voluntarios y a los cuerpos de seguridad y servidores públicos que se han volcado en la zona.

Compromiso y alegría

Para Benavent, los voluntarios, “con su compromiso y su alegría, con sus gestos y palabras, con su cercanía a los que están sufriendo, han hecho creíble el amor de Cristo y han ayudado a los que sufren a descubrir que Cristo es la fuente de la verdadera alegría”.

Además del arzobispo de Valencia, el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, también tomó la palabra al inicio del eucaristía. “Queremos ofrecer, transmitir e invocar esperanza a cuantas personas han sufrido la tremenda desgracia, la tremenda catástrofe provocada por la riada, en la muerte de tantas personas, en el dolor por los seres queridos, en los inmensos daños producidos”, expuso Argüello.

El también arzobispo de Valladolid defendió que “la fe y la esperanza se ponen a prueba en la caridad” y reiteró el compromiso de la Iglesia “desde la ayuda que se hace asistencia a las personas que lo necesitan”, a la vez que reivindicó “caridad social y política en la reconstrucción”.

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