Europa

Las 1.500 nuevas sillas de Notre Dame de París ya están bendecidas

Nicolas Souchu, obispo de la Diócesis de Aire-et-Dax, visitó el taller de carpintería donde se han realizado los asientos de la catedral





A pocas semanas de la apertura de la restaurada catedral de Notre Dame de París ya están listas las 1.500 nuevas sillas para los fieles del templo cuyos bancos se quemaron totalmente. Han sido bendecidas antes de su partida por Nicolas Souchu, obispo de la diócesis de Aire-et-Dax –en la región francesa de Las Landas–, donde han sido elaboradas.



Sillas más cómodas y prácticas

Los encargados de elaborar las sillas han sido los talleres Hagetmau de Sillas Bastiat, que emplea a 17 trabajadores altamente cualificados. Estas comenzarán a llegar al templo este martes, 19 de noviembre. Esta empresa es una PYME fundada en 1964, según recoge La Croix. Son unos asientos que forman parte de una “edición limitada y exclusiva” pensada expresamente para esta seo gótica del siglo XII que es uno de los monumentos más visitados de Europa. También, señalan, este pedido está valorado en “cientos de miles de euros”.

Esta ebanistería está en una ciudad famosa en el pasado por ser considerada la “capital de la silla”. El director del taller, Alain Bastiat, está orgulloso de esta “extraordinaria aventura 100% landesa” ya que el robre es de los cercanos bosques de Sologne. Además, también han diseñado los reclinatorios y los bancos para las capillas laterales de la catedral, que se entregarán en febrero, según ha confirmado Sylvain Bastiat que es el director comercial.

Las sillas con de roble macizo de color claro, las formas son muy limpias –obra de la diseñadora bretona Iona Vautrin– y no son muy altas para que los fieles puedan rezar con los codos apoyados en el respaldo. El asiento es ligeramente ahuecado e inclinado hacia atrás, lo que da más comodidad que los bancos clásicos. Son apilables y también se pueden unir unas a otras. El diseño se impuso en un concurso de la asociación ‘Revoir Notre-Dame de París’, que dirige el proyecto de renovación, y fue el propio arzobispo de París, Laurent Ulrich, quien tomó la decisión final.

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