Pese a que el mundo ya no mire a Líbano, la crisis con Israel sigue abierta. La eterna tensión ya rebrotó desde el 7 de octubre de 2023, tras el brutal atentado de Hamás en suelo israelí y la contundente respuesta de Netanyahu en la franja palestina. Los choques con la milicia libanesa de Hezbolá también han sido constantes en estos meses, aunque, desde septiembre, la situación se ha agravado, decretando Tel Aviv ataques al país vecino que han causado alrededor de 3.500 muertos y 15.000 heridos. Además, según ACNUR, los desplazados ascienden a más de 1,2 millones.
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En conversación con Vida Nueva, el sacerdote español Ángel Briz, capellán castrense que acaba de regresar a nuestro país tras pasar unos meses en Líbano acompañando a la Brigada Aragón, asegura que “los cristianos han dado un ejemplo espectacular. Se han mantenido firmes en sus casas, evidenciando una fe verdadera, por encima del miedo. Este está presente, lógicamente, pues los bombardeos han sido tremendos, pero ellos siempre repiten lo mismo: ‘Hemos visto pasar imperios y nosotros siempre hemos permanecido’”.
El orgullo de un legado
El orgullo al poder decir que “recibieron el Evangelio de los propios apóstoles” es el que ahora les da fuerzas y se mantienen decididos “a no huir de su tierra”. Y eso que muchos de ellos viven en la región meridional, en la frontera con Israel, por lo que la suya es la zona más afectada.
Para tratar de paliar de algún modo sus muchas necesidades, “tanto el servicio religioso del contingente español como Cáritas Castrense hemos podido recaudar dinero para comprar para ellos leche materna y muchos bienes de primera necesidad. También hemos informado al nuncio para que sea consciente de la situación, pues mucha gente piensa que todo el sur está deshabitado, pero no es así”.
Todos se apoyan entre sí
De hecho, “hay pueblos cuya población se mantiene y que son de toda condición, viviendo drusos, ortodoxos, evangélicos, católicos melquitas y maronitas… Lo bonito es que entre todos se apoyan en esta crisis y son una piña. Todos son uno y se ayudan a seguir en su tierra”. También les une “la tristeza al comprobar cómo la opinión pública mundial parece haberles olvidado, sintiéndose solos y abandonados. Y hay que decir bien claro que, en el sur de Líbano, se mantienen los cristianos. Ellos no han hecho nada en contra de Israel ni de nadie y la realidad es que al final están pagando el pato”.
También nos ofrece su testimonio Jaqueline Hokayem, asistente social de Cáritas en las localidades de Marjayoun y Hasbaya. Desde ahí nos detalla la situación de los cristianos en varias partes del país: “En Tiro, muchos tuvieron que huir a Beirut y quedaron unas pocas familias. Pero ahora, poco a poco, están regresando. Suelen ser personas muy pobres y prefieren estar en su casa, pese al peligro”. Eso sí, no están solos: “En la parroquia, la gente se ha organizado y un grupo de mujeres ha preparado pan para repartir a todas las familias. A cada hogar, los jóvenes se han encargado de llevar siete u ocho panes, harina, azúcar y agua”.
Decisión conjunta
En el propio Marjayoun, “hubo un momento en el que hubo que plantearse si permanecíamos o no. Toda la gente del pueblo se reunió para tomar una decisión conjunta. Y también vinieron los vecinos de Kleya, el pueblo de al lado. Finalmente, se decidió permanecer… Aunque, al poco, al caer una gran bomba, muchos acabaron yéndose”.
Con emoción, Ángel Briz concluye que, “en Occidente, les damos vueltas a planes pastorales que fracasan… En cambio, aquí, en las raíces del cristianismo, me encuentro con el santo temor de Dios. Una fuerza que nos ha contagiado a todos. Algunos de los soldados españoles del batallón, que son católicos por tradición, se han fascinado con ese ejemplo de entereza y no vuelven igual a nuestro país. Han conocido a cristianos que tienen algo muy atrayente y que, incluso, al enterarse de las inundaciones en Valencia, se preocuparon por nosotros… Les han llegado muy hondo”.
La gracia de Dios, presente
Por ello, “como sacerdote, vuelvo feliz. Por un lado, ha estado la generosidad de nuestros militares. Y, por el otro, hemos experimentado todos, ellos y nosotros, que la gracia de Dios ha estado presente”.
Eso sí, impactado tras conocer que hace apenas unas horas ha caído una bomba justo al lado de la ermita de Santa Ana, en Marjayoun, el capellán castrense lanza un SOS desesperado: “Ya puede haber un Santo Sepulcro de Jerusalén vacío o muchos pueblos que pisó el Señor… Pero, si Tierra Santa se vacía de cristianos, no servirá para nada”.