El pontífice anuncia en la audiencia general de este miércoles que el joven internauta italiano será proclamado santo en torno al encuentro con los más jóvenes
Sorpresa del papa Francisco en la audiencia general de este miércoles 20 de noviembre de 2024. El pontífice argentino anunció que el joven Carlo Acutis será canonizado el próximo año durante el Jubileo de los Niños y Adolescentes, que se celebrará en Roma. Según el calendario oficial del Jubileo, el encuentro de los adolescentes tendrá lugar entre el 25 y el 27 de abril, mientras que el encuentro de los niños y los abuelos está previsto para el 30 de mayo y 1 de junio. Ya se daba por hecho que el beato italiano sería proclamado santo en 2025. Así se interpretó el pasado julio cuando se descartó que fuera inscrito inscrito junto a otro grupo de católicos en el Libro de los Santos el domingo 20 de octubre de 2024, en el marco del Sínodo de la Sinodalidad.
Desde el Vaticano saben del tirón de Acutis entre los más jóvenes y cómo su canonización puede convertirse en un referente sobre cómo ser santo hoy, al ponerle como ejemplo a alguien cercano en lo temporal, pero también en sus inquietudes y su manera de vivir y contagiar la fe. No en vano, este fiel laico nacido el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) murió con fama de santidad a los 15 años tras una fulminante leucemia.
Jorge Mario Bergoglio ya beatificó el 10 de octubre de 2020 al joven, que está enterrado en Asís, cuya tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación. Además, Francisco anunció que durante el Jubileo de los Jóvenes, que tendrá lugar del 28 de julio al 3 agosto de 2025, canonizará al beato Pier Giorgio Frassati, un joven laico dominico italiano miembro de la Acción Católica. Probablemente visitando a un grupo de pobres enfermó de una poliomielitis fulminante que hizo que muriera en apenas una semana.
Ahora Francisco ha desvelado la incógnita, en el marco de una audiencia en la que continuó con su serie de mensajes sobre el Espíritu Santo, haciendo especial hincapié en que la caridad es el “camino todavía más excelente”, citando la primera carta de San Pablo a los Corintios. La razón es que esta virtud teologal “me hace amar a la Iglesia, o a la comunidad en la que vivo y, en la unidad, todos los carismas, no sólo algunos, son ‘míos’, al igual que ‘mis’ carismas, por pequeños que parezcan, son de todos y sirven para el bien de todos”.
Definió los carismas como las “joyas que el Espíritu Santo distribuye para hacer más la esposa de Cristo”. Se trata de la acción carismática, considerado don dado para el bien común y servicio a la comunidad, y el don dado a uno o algunos en particular y de distintas forma. “Esto lo distingue de la gracia santificante, de las virtudes teologales y los sacramentos comunes a todos”, abundó.
Así, Jorge Mario Bergoglio se centró en la segunda forma de actuación del Espíritu Santo en la Iglesia tras las explicadas las pasadas semanas. El carisma es un “don conseguido para el bien común, ser útil a todos. No está destinado a la santificación del individuo sino al servicio de la comunidad”. Instó a redescubrirlos mediante la promoción del laicado y de las mujeres en particular, en su dimensión bíblica y espiritual. “Los laicos no son los últimos, una forma de colaboradores externos o tropas auxiliares del clero, sino que tienen sus propios carismas y dones con los que contribuir a la misión de la Iglesia“, agregó.
Y es que, a juicio del pontífice, los carismas no son cualidades extraordinarias, sino dones ordinarios que asumen un valor extraordinario, si son inspirados por el Espíritu Santo, por lo que no existen cristianos de segunda clase y, por tanto, no hay espacio la tristeza o la desilusión, pues “cada uno tiene su propio carisma personal y comunitario“.
Por tanto, a partir del texto conciliar, incidió en que “estos carismas, tanto los más destacados como los más sencillos y difundidos, han de ser recibidos con acción de gracias y consuelo, porque son perfectamente adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia“. Desde el punto de vista conciliar, apostilló que el Espíritu Santo distribuye gracias especiales entre los fieles de todo orden, con los cuales los hace idóneos y dispuestos para los diversos oficios y funciones que contribuyen a la renovación y edificación de la Iglesia. En ese sentido, según San Pablo, “la manifestación del Espíritu se da a todos para provecho”.
Y es que las prescripciones del Concilio Vaticano II, a partir de la carta paulina antes citada, especifican que “el Espíritu Santo no sólo mediante los sacramentos y los ministerios de la Iglesia santifica y guía al pueblo de Dios y lo enriquece con virtudes, sino que “reparte a cada uno sus dones como quiere”.
Por otra parte, el pontífice manifestó “el desastre vergonzoso que es la guerra de Ucrania para toda la humanidad” mil días después del inicio de la invasión de Ucrania. “Un aniversario trágico, tanto para las víctimas como para la destrucción que ha causado“. Ante la esposa del presidente ucraniano Volodímir Zelensky, leyó una carta de un universitario de dicho país en la que mentó: “Por favor, no hablen sólo de nuestros sufrimientos sino también den testimonio de nuestra fe. Aunque imperfecto, su valor no disminuye, pinta con pinceladas dolorosas el cuadro de Cristo resucitado. (…) Ha habido demasiadas muertes en mi vida. Vivir en una ciudad donde tenemos que presenciar tantas lágrimas es difícil. Quería escapar, quería volver a ser un niño abrazado por su madre, sinceramente quería estar en silencio y en amor. Pero doy gracias a Dios, porque a través de este dolor aprendo a amar más. (…) Cuando recuerdes los mil días de sufrimiento, recuerda los mil días de amor“.