La pensiones del Vaticano, en peligro “a medio plazo” si no se toman medidas de “urgencia”

  • El Papa envía una carta a la Curia para alertar de que el actual sistema es “incapaz” de afrontar el pago “para las generaciones futuras”
  • Francisco nombra al cardenal Kevin Farrell como administrador único de los fondos para pagar las jubilaciones

El papa Francisco

Las pensiones del Vaticano peligran. El propio Francisco lo ha dejado caer en una carta enviada a la Curia en la que reconoce que el actual sistema sufre “graves problemas”, hasta tal punto que podría ser insostenible si la cuestión no se afronta “con prontitud y unidad de miras” y “urgencia”.



“Actualmente es incapaz de garantizar a medio plazo el cumplimiento de la obligación de pensiones para las generaciones futuras”, expone el papa en una misiva que está dirigida al Colegio Cardenalicio y a los prefectos y jefes de las todos los dicasterios e instituciones de la Santa Sede.

Importante déficit

“La actual gestión de las pensiones, teniendo en cuenta los activos disponibles, genera un importante déficit”, corrobora. Además, explicita que “los últimos análisis en profundidad realizados por expertos independientes apuntan a un grave desequilibrio” en las finanzas.

El cardenal Kevin Farrell

El cardenal Kevin Farrell

Tal es la situación que el pontífice ha decidido nombrar al cardenal norteamericano Kevin Farrell como administrador único del Fondo de Pensiones. Para el Pontífice, la elección del prefecto del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida para esta tarea supone “un paso esencial”, dentro del objetivo que se marcó desde el principio del pontificado para sacar al Vaticano de la bancarrota que venía atravesando desde hace décadas.

Modelo de seguridad social

El Papa reconoce que “todos los que han examinado este asunto a lo largo del tiempo han estado animados responsablemente por la preocupación de garantizar un modelo de seguridad social justo para la comunidad al servicio de la Santa Sede y del Estado”. En este sentido también admite que se ha buscado “cumplir con la responsabilidad moral de proporcionar prestaciones dignas a quienes tienen derecho a ellas, de forma compatible con los recursos económicos disponibles”.

En la carta, vuelve a recordar a sus colaboradores que la Santa Sede afronta unos problemas “complejos que corren el riesgo de agravarse si no se abordan con prontitud”. El Pontífice remata su carta, explicando que “no se trata de decisiones fáciles” ya que exigirán “una especial sensibilidad, generosidad y voluntad de sacrificio por parte de todos”.

 

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