El escultor de la Basílica de la Sagrada Familia recogió esta tarde el galardón de manos del cardenal Parolin junto al teólogo irlandés Cyril O’Regan
La Sala Regia del Vaticano fue el escenario en el que esta tarde tuvo lugar la entrega de los Premios Ratzinger 2024, que en la presente edición han recaído en el artista japonés Etsuro Sotoo y el teólogo irlandés Cyril O’Regan. Este galardón, que recogieron de manos del cardenal Pietro Parolin, busca reconocer, como dicen los estatutos de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, a los estudiosos que se hayan distinguido en la investigación científica y, desde hace unos años, a quienes tienen un impacto en el arte con inspiración cristiana.
“Yo no soy solo un escultor que busca la belleza, sino que el objetivo de mi vida es buscar lo invisible a través de la escultura”, expresó Sotoo en un perfecto castellano, que se convierte en el primer asiático y el primer escultor galardonado con el premio Ratzinger. Es el jefe escultor de la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona desde el año 1978 y a sus espaldas está la ejecución de más de 500 piezas bajo las inspiración y las instrucciones de Antonio Gaudí. Tanto impactó en el creador nipón su colosal encargo que se convirtió al cristianismo y actualmente está implicado en la causa de beatificación y canonización de Gaudí. Sotoo es el primer asiático y el primer escultor en recibir el premio Ratzinger.
“Llevo 46 años en la Sagrada Familia y disfruto cada día porque siempre aprendo algo”, compartió el creador que se presentó como “discípulo de Gaudí”. “A través de cada una de las piedras del templo he podido conversar con él. Cuando pico cada piedra parece que la estoy rompiendo, pero en realidad estoy generándome preguntas sobre el sentido de lo que hago y hacia dónde tengo que ir”, desveló sobre el sentido de su trabajo cotidiano. “Observando la piedra, he aprendido a tener una infinita paciencia, porque la piedra nunca obedece, soy yo el que tengo que obedecer y Gaudí lo sabía”, añadió.
A partir de ahí, Sotoo también reivindicó la importancia del trabajo en equipo en la Sagrada Familia: “Cada uno somos una nota, pero juntos sonamos como una partitura divina, solos no podemos hacer nada ni sonar nada”. De la misma manera, reivindicó que los seres humanos “somos perfectamente imperfectos”.
Durante el acto, intervino el padre Federico Lombardi, presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. El sacerdote jesuita subrayó que los galardonados de alguna manera reconocen “los grandes ideales de Ratzinger-Benedicto: cultivar una razón abierta, una inteligencia en la investigación y en el diálogo, que atraviesa las disciplinas y las artes, haciéndonos cooperadores de la verdad, para que pueda alimentar las mentes, los corazones, la vida”.
Además, el arzobispo Salvatore Fisichella, pro prefecto del Dicasterio para la Evangelización, y el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente emérito del Pontificio Consejo de la Cultura, presentaron a los dos galardonados. También asistió el que fuera secretario personal de Benedicto XVI, ahora reconvertido en nuncio, Georg Gänswein.