El responsable de la obra evangelizadora de la Iglesia española participa en el 6° Congreso Americano Misionero de Puerto Rico
José María Calderón Castro es el director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en España. Se encuentra en Puerto Rico participando del sexto Congreso Americano Misionero (CAM6), que para él es “un regalo de Dios”.
“Para mí es una gozada”, ha dicho a Vida Nueva. Sobre todo porque considera que en América impera la alegría misionera que sale de lo “más profundo del corazón”, mientras que los europeos “somos más sesudos”.
Por estos días ha sentido el “calor humano de la Isla del encanto” con una entrada de honor que una parvada de chicos del ‘high school’ organiza todas las mañanas con el inicio de las jornadas, coreando “Jesús está pasando por aquí” al ritmo de tambores y panderetas.
“Hay mucho movimiento, carisma, corazón, entusiasmo. Hay mucha juventud”. Calderón se queda corto en adjetivos para afirmar que “eso también nos viene a nosotros [los españoles] para rejuvenecer y recobrar un poco el espíritu más apostólico”.
Calderón aseguró que España – guardando distancias con América – hay un gran amor a las misiones, “eso es indudable, lo haremos mejor o peor, pero hay un amor muy grande a las misiones”.
Incluso quienes “no son católicos” se conmueven con el testimonio de muchos misioneros españoles. De hecho, en el país ibérico abunda una típica frase: “si todos fueran como los misioneros, sería católico”.
Claro está, para el sacerdote español se crean estigmas con estas expresiones “injustas”, por eso es mejor ponerlo todo en su santo lugar, porque “en la viña del Señor hay de todo”. Las generalizaciones no son buenas. Lo cierto es que a grandes rasgos la Iglesia mantiene en muchos sectores “el sentimiento de admiración a la vocación misionera”.
Si bien el entusiasmo misionero “nos emociona”, advierte a todos los creyentes evitar “apoltronarse en nosotros mismos”. Acomodarse en los templos, no ir más allá, estar encerrados en las comodidades de la fe coarta “ese espíritu de iniciativa”, que es urgente rescatar en España. En especial, con las futuras generaciones sumidas en la indiferencia.
Frente a los escenarios futuros de la misión, incididos por la IA (inteligencia artificial), biotecnología y metaverso, admite que es una cuestión difícil de responder y predecir: “no sé lo que va a pasar, pero sí será importante tener en cuenta que esas cosas que pueden facilitarnos la vida no nos vayan a deshumanizar”. El ser humano en sí mismo “vale todo lo que vale Cristo” con lo cual yo no puedo olvidarme de nadie.
En el CAM6 han llevado la propuesta de las “mesas redondas” utilizadas en el Sínodo 2021-2024. El sacerdote español valora la iniciativa y cree que debe ser reforzada con el constante diálogo.
“No es algo nuevo. Pablo VI escribió sobre el diálogo un documento –’Ecclesiam Suam’– que lo deberíamos estudiar todos”, por consiguiente, pasados más de 46 años de esta encíclica, es necesario entablar puentes con quienes “no conocemos”, pues observa que en estas mesas redondas del CAM6 “se han sentado amigos, ya conocidos”.
Amén de estos detalles, sostiene que en la diversidad está la riqueza, “aprender de los demás y, sobre todo, saber escuchar”. Las diferencias no pueden significar división, implica comunión para remar todos en la misma dirección. En ello se condensa la misión en esa imagen, una misma barca, un mar bravío y un Jesús que está para calmar las aguas.
No será posible pensar en la Evangelización “sin la participación de todos, todos, todos: curas, monjas, casados, cada uno en su sitio haciendo la función de ser sal y luz para el mundo”. Está mucho en juego. La misión “es un reflejo precioso de lo que es la sinodalidad”.
Foto: Javier López (OMP España)