La labor de la Iglesia valenciana está siendo un pilar fundamental en dar una respuesta ágil y comprometida frente a esta emergencia social. Uno de los principales retos de la archidiócesis de Valencia ha sido reconstruir las Cáritas parroquiales dañadas por las inundaciones. “Para dar servicio a la comunidad, tuvimos que levantarlas y recomponerlas, porque sin ellas era imposible brindar el rescate necesario a las personas afectadas”, ha explicado su vicario episcopal.
Las primeras ayudas de ropa y alimentos llegaron rápidamente, aunque la logística inicial fue complicada debido a las carreteras cortadas. “Fue un desafío hacerlas llegar, pero con el apoyo de Cáritas y la sociedad se logró solventar este problema en poco tiempo”, ha afirmado Alcayde. Sin embargo, el vicario subraya que las consecuencias de la tragedia no se resolverán de manera inmediata. “Será un proceso largo para ayudar a las personas a superar este shock y reconstruir sus vidas poco a poco”, añade el vicario episcopal de Acción Social y Caritativa de la Archidiócesis de Valencia.
Voluntariado afectado, pero resiliente
La magnitud del desastre no solo ha afectado a las parroquias, sino también a los propios voluntarios de Cáritas. “Ellos también estaban en estado de shock, pero hemos logrado recomponerlos, y ahora están con fuerza y sensibilidad para abordar esta difícil situación”, ha destacado. Actualmente, el trabajo se centra en fortalecer las Cáritas locales, con el apoyo de la archidiócesis y de las parroquias de las zonas no afectadas. “Estas comunidades están volcándose en reforzar el voluntariado y brindar respaldo a quienes más lo necesitan”, ha indicado el vicario diocesano.
Necesidades urgentes y atención personalizada
Entre las necesidades más apremiantes están los seguros y ayudas estatales. Las parroquias trabajan en la detección de necesidades inmediatas, que incluyen colchones, electrodomésticos, la reestructuración de viviendas y garantizar que los niños puedan asistir a la escuela.
Alcayde visitó la localidad de Utiel, una de las más devastadas, donde fue párroco. El sacerdote ha descrito la situación como “muy dolorosa”, pero alaba la cercanía y solidaridad mostradas por los vecinos hacia los afectados. Además, como párroco actual en Alboraya, destaca la generosidad de los feligreses, jóvenes y ciudadanos en general. “Ha sido un impacto muy positivo para el voluntariado, una experiencia de cercanía y apoyo conmovedora”.
La Iglesia en Valencia continúa comprometida con el acompañamiento y la reconstrucción, llevando esperanza y soluciones concretas a quienes enfrentan esta difícil situación.