El papa Francisco dio por terminado esta mañana el año litúrgico, con la eucaristía de la solemnidad de Cristo Rey, que además coincide con la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en todas las diócesis del planeta en los años en los que no hay encuentro como tal en verano. El Pontífice argentino presidió la misa en la basílica de San Pedro, en la que lanzó una advertencia a los jóvenes: “¡No os conforméis con ser “estrellas por un día”, estrellas en las redes sociales o en cualquier otro contexto!”. “No te maquilles el alma, no te maquilles”, les llegó a decir poco después.
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Durante la homilía, Francisco explicó a las nuevas generaciones de católicos que “el cielo en el que estáis llamados a brillar es más grande: es el cielo del amor, es el cielo de Dios, el amor infinito del Padre que se refleja en muchas pequeñas luces: en el cariño fiel de los esposos, en el la alegría inocente de los niños, en el entusiasmo de los jóvenes, en el cuidado de los ancianos, en la generosidad de los consagrados, en la caridad hacia los pobres, en la honestidad del trabajo”.
No os dobleguéis
Además, los animó a sean “fieles al Evangelio” frente a quienes buscan hacerles “sentir mal” por seguir a Jesús. “No os dobleguéis a hacer como todos los demás”, les recomendó el Papa, al igual que les dijo que no tengan “miedo de las ‘condenas’” porque “tarde o temprano las críticas y las falsas acusaciones desaparecen”.
A la vez, les recomendó tener “cuidado de no dejaros embriagar por las ilusiones” y con aquellos que buscan seducir “con promesas inútiles, en realidad sólo quieren explotaros, influiros y utilizaros para sus propios intereses”. “Tengan cuidado con la explotación”, insistió.
En este sentido, le alertó del riesgo de “‘codazar’, competir, fingir, comprometerse, vender los propios ideales para tener un poco de aprobación y visibilidad”. “Tu dignidad no está a la venta. ¡No está a la venta!”, remarcó el Papa. Con este punto de partida, les planteó ser “libres en armonía con vuestra dignidad”.
Ante la incertidumbre
Jorge Mario Bergoglio compartió además ante los fieles que llenaban el templo una batería de preguntas que vieron a ser una radiografía sociopolítica y económica de la actualidad: “¿Qué pasa con las guerras, la violencia, los desastres ecológicos? ¿Y qué pensar de los problemas que también vosotros, queridos jóvenes, debéis afrontar de cara al futuro: la precariedad laboral, la incertidumbre económica y más allá, las divisiones y disparidades que polarizan a la sociedad? ¿Por qué sucede todo esto? ¿Y qué podemos hacer para evitar ser aplastados por ello?”.
“Sed generosos en vuestra vida y caritativos con los pobres, en la honestidad del trabajo”, respondería más tarde, teniendo el amor como eje para combatir estos problemas: “Lo que salva al mundo es la gratuidad del amor. Y el amor no se puede comprar, no se puede vender: es gratis, es donación de uno mismo”.