El prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, está convencido de que “es posible tipificar un delito de ‘abuso espiritual’, evitando la expresión demasiado amplia y polisémica de ‘falso misticismo’”. Así lo ha expresado el máximo responsable del departamento vaticano en una nota en la que incluso expone constituir un grupo de trabajo presidido por el prefecto del Dicasterio para los Textos Legislativos, Filippo Iannone, para presentar “propuestas concretas”.
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Con esta iniciativa, Fernández podría solventar una de las lagunas presentes en el Código de Derecho Canónico y que afecta directamente a los adultos que han sufrido algún tipo de abusos de poder, conciencia y sexual. Si en el caso de los menores se han llevado a cabo no pocas reformas para ofrecer garantías procesales para las víctimas, estas mismas posibilidades no se presentan cuando se habla de adultos vulnerados.
Referente español
Prueba de ello es precisamente la histórica sentencia de la Rota de Madrid vinculada al franciscano Javier Garrido, que tuvo que ser condenado por “falso misticismo” ante la falta de una figura canónica que permitiera ser juzgado por los abusos que había cometido.
Ahora el prefecto aclara que “no existe en el Derecho de la Iglesia un delito tipificado con el nombre de ‘falso misticismo’, si bien la expresión viene a veces utilizada por los canonistas en un sentido estrictamente relacionado con los delitos de abuso”. De hecho, recuerda que el llamado “falso misticismo” aparece en el reglamento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en un contexto “muy preciso”, esto es, vinculado a las “cuestiones relacionadas con la espiritualidad y con los presuntos fenómenos sobrenaturales”. O lo que es lo mismo, en palabras de Fernández, el “falso misticismo” se refiere a “propuestas espirituales que dañan la armonía de la visión católica sobre Dios y sobre nuestra relación con el Señor”.