Yamandú Orsi, del Frente Amplio, se convirtió el domingo 24 de noviembre en el tercer presidente de izquierda en la historia de Uruguay y sucederá el 1 de marzo de 2025 a Luis Lacalle Pou, del conservador Partido Nacional. “Seré el presidente del crecimiento nacional”, anunció uno de los discípulos aventajados de José Mújica, que lideró el país entre 2010 y 2015. Orsi venció al aspirante oficalista, Álvaro Delgado, por poco más de 90.000 votos. En el período 2025-2030, el Frente Amplio dispondrá de la mayoría en la Cámara de Senadores, mientras que ninguna fuerza la tendrá en la de Diputados.
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La Conferencia Episcopal del Uruguay han hecho pública una nota en la que desean al nuevo presidente y a su vicepresidenta Carolina Cosse “una buena gestión en bien de todo nuestro pueblo”.
Cuidar el alma
En el comunicado, los obispos exponen que los miembros de la Iglesia “queremos cuidar el alma de nuestro pueblo”. Para ello, reiteran el compromiso de “caminar con nuestros hermanos y hermanas, compartiendo desafíos, trabajando por su dignidad y bienestar, tanto en el plano material como espiritual y contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.
En esta misma línea, se remiten a una carta publicada el pasada mes de abril en la que llaman a los cristianos a “construir hoy puentes para que la sociedad no se fragmente en lo político y para que los hermanos que viven situaciones que tienden a marginarlos puedan vivir en una comunidad más integrada”.
Fortaleza democrática
Este proceso electoral fue analizado también por el cardenal vicepresidente del Episcopado, Daniel Sturla en una entrevista con la Agencia italiana Sir. Sus reflexiones subrayan la fortaleza democrática uruguaya y el papel de la Iglesia Católica en el contexto nacional.
“Uruguay es una excepción en América Latina”, afirmó Sturla, destacando la solidez democrática del país. El prelado también subrayó el respeto mutuo demostrado por los candidatos durante la campaña y el proceso electoral.
Sobre las expectativas para el próximo gobierno de Orsi, el cardenal ha manifestado la importancia del bien común, un valor que considera esencial en la política uruguaya. “Aquí la corrupción es escasa y tanto Yamandú Orsi como Álvaro Delgado buscarán trabajar por el bienestar de la sociedad”, señaló. El cardenal destacó que uno de los principales desafíos del gobierno será reducir el 9% de la población que vive por debajo del umbral de pobreza. También enfatizó la necesidad de mejorar el sistema educativo, que en el pasado fue un modelo a seguir en América Latina.
El laicismo y la Iglesia uruguaya
Sturla describió a la Iglesia en Uruguay como “pobre y libre, pequeña y hermosa”, pero profundamente influenciada por el laicismo característico del país. Este contexto ha generado una secularización significativa, especialmente en los sectores populares, donde la religiosidad está menos presente en comparación con otros países latinoamericanos.
Pese a estas particularidades, la Iglesia mantiene una presencia activa en ámbitos sociales y educativos, colaborando con el Estado para atender a los sectores más vulnerables. “Desde obras para personas en situación de calle hasta apoyo a jóvenes con adicciones y soluciones habitacionales, la Iglesia busca responder a las necesidades de la sociedad”, explicó.
El cardenal Sturla espera un futuro esperanzador: “La fortaleza de Uruguay radica en su gente y en su capacidad de superar las diferencias para construir un país donde todos tengan un lugar”, declaró.