En medio de la crisis habitacional que afecta a Málaga, el Hogar San Carlos se alza como un espacio de esperanza para mujeres jóvenes con hijos que enfrentan la exclusión social. Recuperado en 2021 por las Hermanas Filipenses junto a Cáritas Diocesana, este proyecto ofrece un lugar seguro y un plan integral para quienes han perdido redes de apoyo y acceso a vivienda, agravado en una ciudad marcada por los efectos de los pisos turísticos y la falta de ayudas públicas.
Dirigido a mujeres de entre 20 y 35 años, el hogar tiene capacidad para cuatro adultas y diez niños. No solo proporciona techo, alimentación e higiene, sino que actúa como un espacio de reinserción para quienes buscan reconstruir sus vidas. “Atendemos la integralidad de las personas, pues en muchas ocasiones, estas mujeres no disponen de habilidades personales y una red personal para salir adelante”, explica María Jesús Oliveira, de Cáritas Diocesana.
Las residentes son derivadas desde Cáritas y otras instituciones, comenzando un programa de intervención de tres meses. Durante este tiempo, trabajan aspectos como el bienestar familiar, el apoyo psicológico, la protección legal, la formación y la gestión económica.
“Hacemos especial hincapié en la formación, pues la mayoría no traen estudios. De esta manera, conseguimos que estas mujeres puedan salir adelante, estudien su formación profesional y puedan ser autónomas en lo personal y consigan integrarse socialmente”, detalla Isabel Téllez, coordinadora del centro.
Al término del programa, las mujeres buscan un hogar independiente y elaboran un plan de ahorro para alcanzar estabilidad económica. El binomio entre las monjas y Cáritas combina apoyo económico con trabajo social. “Las monjas dotan a estas personas de herramientas que permiten que, poco a poco, salgan adelante. Es lo que haría una madre si una hija necesitase este tipo de ayuda. Los niños las consideran sus abuelas“, concluye Oliveira.