El papa Francisco recibió hoy a los miembros de la ‘Asociación de Investigación Cristiana Oculta’, de Japón que está realizando una peregrinación a Roma. El pontífice recordó a quienes sufren los “frutos amargos” de la guerra y la persecución como bien sabe este grupo que se encarga de custodiar y proteger los lugares cristianos clandestinos de Nagasaki, que forman parte de la Lista del Patrimonio Mundial desde 2018.
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Violencia y odio
Francisco alabó el heroísmo de los primeros misioneros, la valentía de los mártires japoneses y la perseverancia de la “pequeña pero fiel” comunidad católica. También recordó a quien aún hoy sufren “persecución e incluso la muerte en nombre de Jesús” que son los “frutos amargos de la guerra, la violencia, el odio y la opresión”. La clandestinidad, para el Papa, es un “gran capítulo, aunque oculto” de la historia japonesa.
“Espero que el reconocimiento de la importancia de estos lugares, además de garantizar su adecuada conservación, sirva también como testimonio vivo de la fidelidad de tantos cristianos japoneses, que han transmitido el precioso tesoro de la fe como herencia de generación en generación”, añadió el Papa. “Que la visita a estos lugares históricos sirva a los seguidores de Cristo, en el Japón de hoy, como ‘memoria y fuego vivo en el alma de todo apostolado en esta tierra, capaz de renovar y encender continuamente el celo evangelizador’”, destacó. El pontífice felicitó también al arzobispo de Tokio, Tarcisio Isao Kikuchi, que recibirá la púrpura cardenalicia dentro de una semana.