En medio de una escalada de violencia e inseguridad que afecta a varios estados del país, la Iglesia Católica ha lanzado un llamado contundente: una tregua nacional de paz con motivo de la Solemnidad de la Virgen de Guadalupe, el próximo 12 de diciembre.
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Este exhorto, en voz del obispo auxiliar de México, Francisco Javier Acero, busca que, en honor a la advocación mariana más venerada en México, se frene la ola de crímenes y se fomenten iniciativas de reconciliación en un país marcado por el dolor.
La propuesta, surgida en el marco del relanzamiento de la Escuela de Líderes Católicos en la Ciudad de México, invita a todos los actores de la sociedad, desde ciudadanos hasta actores políticos y crimen organizado, a unirse en un gesto simbólico de unidad y reflexión de cara a la Navidad.
Por amor a la Guadalupana
“A partir del día 12 de diciembre, que podamos mostrar al mundo que, por medio de la Virgen de Guadalupe y de esta creencia de todo el pueblo, podemos hacer una tregua de paz, dejar la comunicación hostil y dejar también las armas; que a partir del 12 de diciembre veamos cómo todos podemos empezar a vivir la paz en nuestro país“, dijo el obispo Acero.
Y añadió: “lo mismo, de cara a la Navidad, reflexionemos para tener un año de fraternidad y de paz, y mostrar al mundo cómo estamos unidos para que cese todo tipo de violencia en todos los actores de la sociedad”.
La importancia del diálogo social
Por otra parte, al reflexionar sobre: “¿Qué dice la Iglesia al mundo?”, frente a diversos líderes políticos que participaron en el relanzamiento de la Escuela de Líderes Católicos en la capital del país, el obispo Acero los llamó a ejercer el diálogo social, “que supone la capacidad de respeto hacia el punto de vista del otro, aceptando la posibilidad de que encierra algunos intereses legítimos y convicciones”.
Para el obispo auxiliar de México, en su calidad de director de la Escuela, desde su identidad, el otro siempre tendrá algo que aportar, y es válido que exponga su propia convicción para que el debate público sea más completo.
“Cuando una persona o grupo es coherente con lo que piensa, se adhiere firmemente a valores y convicciones, y se desarrolla a la vez un pensamiento y modo de ser que beneficia a toda la sociedad, pero esto sólo ocurre cuando dicho desarrollo se realiza con diálogo y apertura hacia los otros, porque en un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque no pueda asumirlo como una convicción propia”.
Finalmente, dijo que la discusión pública, si verdaderamente da espacio a otros, si no manipula ni esconde información, es un permanente estímulo que permite alcanzar la verdad e impide que “diversos sectores se instalen cómodos y autosuficientes en su modo de ver las cosas y en sus intereses limitados”.
“Pensemos que las diferencias son creativas, crean tensión, y justamente en la resolución de una tensión, está el progreso de la humanidad”, concluyó.