El proto prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Rino Fisichella está convencido de que “la llamada a ser testigos veraces de la Palabra de Dios compromete a las cofradías y hermandades para que en sus manifestaciones de fe y de caridad sean siempre testigos fieles de un contenido que abrace el tiempo pasado, pero capaces de mirar al futuro con la carga de esperanza que se compromete a transformar el presente”.
Así al menos lo dejó caer el arzobispo italiano durante la ponencia inaugural que pronunció en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, un foro que reúne en Sevilla desde este miércoles hasta el próximo domingo a más de 1.800 participantes para una puesta a punto del mundo cofrade.
El prelado hizo un llamamiento para promover una “revalorización histórica y teológica” de las hermandades desde el Concilio Vaticano II. Es más, reconoció que “parece faltar el horizonte teológico que permita tener una visión más coherente que tuviera que ver con la vida de fe y el testimonio”. Para ello, pidió ahondar en la tradición y apartarse de miradas “simplistas” hacia este fenómeno como mero “devocionismo”.
Fisichella pidió valorar “otras manifestaciones de la fe presentes más allá de la participación en la eucaristía dominical y de la catequesis sacramental, que es importante y el culmen, pero no es la única realidad de la vida de la Iglesia”. “Esta consideración puede ser extremadamente útil”, remarcó.
El prelado llegó a tachar de “gran arrogancia” el hecho de “desechar tradiciones solo porque son fruto de los siglos pasados”. “No se puede estar movido por sueños nostálgicos de restauración, pero tampoco ceder apresuradamente y privarse de un necesario sentido histórico que favorece la comprensión de las culturas”, dejó caer, defendiendo “la regla de la continuidad”. “El tradicionalismo es la fe muerta de los vivos”, sentenciaría después.
Con estas coordenadas, el coordinador del Jubileo de 2025 planteó que la espiritualidad popular presenta “la belleza como vía privilegiada de la evangelización, que es lo que atrae sobre todo en la Semana Santa a millones de personas que provienen de diversas partes del mundo”.
Frente a ello, defendió una sana tradición “como instrumento vivo para mantener la riqueza del depósito de la fe significativo para cada tiempo”. “El recurso a la tradición impulsa a las cofradías a conservar la responsabilidad de crecer como comunidad”, dijo justo después.
En su conferencia Fisichella, subrayó “la vía de la caridad” como otro rasgo identitario de las cofradías que toma forma “en las obras de misericordia”.