El veterano diplomático vaticano fue el encargado de pronunciar el discurso en nombre de todos los purpurados en el décimo consistorio convocado por Francisco
Tiene 99 años y es el más veterano de los 21 hombres que esta tarde se revistieron de púrpura en la basílica de San Pedro. El diplomático italiano Angelo Acerbi atesora méritos más que sobrados para que el papa Francisco le creara ayer cardenal. Fue nuncio en Colombia, donde llegó a ser secuestrado, además de en Moldavia y Países Bajos. Mantiene una relación de amistad personal con Jorge Mario Bergoglio, con quien comparte confidencias, rellano y comedor, puesto que es vecino suyo en la Casa Santa Marta.
Quizá por esa complicidad y sabiduría acumulada fue el encargo de pronunciar el discurso de agradecimiento al papa Francisco en nombre de todos sus compañeros en la ceremonia que se ha celebrado en la Basílica de San Pedro.
“La tarea de interpretar los sentimientos de los cardenales creados por Su Santidad me causa cierta confusión”, comentó Acerbi al comenzar su intervención puesto que cada uno parte de una “experiencia eclesial” diferente.
Eso sí, subrayó que “todos estamos unidos hoy por una profunda y viva gratitud al Sumo Pontífice y por un sincero deseo de servir en la unidad eclesial”. Fue en ese momento cuando el neocardenal puso en valor el reciente Sínodo de la Sinodalidad.
Al abordar la realidad actual, el nuncio expuso que “la familia humana está trastornada y desfigurada por las desigualdades, las guerras y la pobreza en muchas partes del mundo”. “Nos gustaría mirar al futuro con esperanza y ver un mundo finalmente en paz”, expuso en su intervención, aplaudiendo los constantes llamamientos de Fracnisco en favor de la paz y “contra toda guerra”.
En su alocución también quiso detenerse en la reciente encíclica del Papa, ‘Dilexit nos’: “Rica en contenido teológico y espiritual, estoy convencido de que la carta encíclica sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo será una fuente de especial inspiración para el trabajo pastoral que cada uno de los nuevos cardenales está llamado a realizar en su propio ámbito y en las diversas sensibilidades de las respectivas partes del Pueblo de Dios”.