España

El arzobispo de Sevilla propone “una audaz renovación” de las cofradías para “ser fermento en el mundo contemporáneo”

  • José Ángel Saiz Meneses clausura el Congreso de Hermandades y Piedad Popular en la catedral, que se cerrará esta tarde con una ‘magna’ procesión
  • El prelado anuncia la creación de un observatorio de estudio y reflexión interdisciplinar para “diseñar propuestas pastorales sobre su papel evangelizador”





El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, está convencido de que “el legado de este congreso será, sin duda, una piedad popular más fraterna, consciente, contemplativa y comprometida, vivida en el seno de unas cofradías que caminan como luz y sal en nuestro mundo, tan necesitado de verdadera esperanza”.



Con estas palabras, el prelado clausuraba el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular que desde el miércoles se ha celebrado en la capital andaluza y que hoy se rematará con una ‘magna’ procesión a partir de las cuatro de la tarde.

Capacidad transformadora

Remitiéndose al lema del encuentro, ‘Caminando en esperanza’, el arzobispo compartió cómo las hermandades y cofradías están llamadas a poner en marcha “una audaz renovación de la mirada” para “llegar a ser fermento en el mundo contemporáneo”.

“La piedad popular contiene esa capacidad transformadora que le permite, por el contacto con el misterio del Hijo de Dios hecho ‘carne’, tocar no sólo la razón, sino cada uno de los sentidos y, de esta forma, anunciar el Evangelio al ser humano en su verdad más real”, dijo convencido el prelado.

Proyecto caritativo

Es más, considera que las hermandades “están llamadas a ser escuelas de santidad, donde cada gesto de servicio y cada proyecto caritativo son una invitación a crecer en virtud, a fortalecer los lazos de fraternidad y a caminar juntos hacia la plenitud de la vida cristiana”

Saiz Meneses reivindicó “el acto de veneración de imágenes devocionales” como un camino de “fundamento de la esperanza” y presentó la piedad popular como “un testimonio vivo de la misión y la espiritualidad cristianas” que supone “un rico patrimonio de fe” y “un modelo pastoral válido y profundamente necesario para nuestro tiempo”.

Acoger y compartir

“Esta piedad, que brota del corazón del Pueblo de Dios y se nutre de sus anhelos y desafíos, ofrece una forma de evangelización que incide sobre la cultura contemporánea, promoviendo una Iglesia con sentido misionero”, defendió justo después.

El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, en la clausura del Congreso de Hermandades de Sevilla

“La Iglesia que camina en Sevilla, como anfitriona, ha mostrado durante estos días su capacidad para acoger y compartir su experiencia de fe con calidez y hospitalidad”, comentó el responsable último de la organización del congreso, que repasó algunas de las intervenciones más destacadas, como la de Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, que presentó a las hermandades como “antídoto frente al aislamiento contemporáneo”.

Sentido de pertenencia

El arzobispo puntualizó que “la pertenencia a una cofradía o a una hermandad no es algo aleatorio, sino un hecho que está íntimamente ligado a la pertenencia familiar, primer ámbito de anuncio de la fe para los hijos”. “Por ello, las cofradías no son simples sociedades de ayuda mutua o asociaciones filantrópicas, tampoco conglomerados sin enganche sobrenatural ni grupos que buscan favorecer y proteger intereses personales y corporativos”, aclaró. Para Saiz Meneses, “son un conjunto de hermanos que, queriendo vivir el Evangelio con la certeza de ser parte viva de la Iglesia, se proponen poner en práctica el mandamiento del amor que impulsa a abrir el corazón a los demás, especialmente a los que están atravesando dificultades y carencias”.

El arzobispo también planteó la necesidad de profundizar en una teología de la piedad popular, promover la formación en las hermandades, impulsar que cada cofradía sea “casa de la caridad” y subrayó que ya son parapeto frente “desvíos ideológicos, especialmente gnósticos y pelagianos”.

Veneración y compromiso

“Las hermandades, arraigadas en sus comunidades de fe, tienen una responsabilidad clave en la evangelización y en la dimensión caritativa y social de la Iglesia”, incidió el pastor. “Por eso, el congreso ha de ser entendido también como una llamada para revitalizar las obras de caridad propias de las hermandades, promoviendo iniciativas coherentes con las necesidades sociales más actuales”, anunció.

Para Saiz Meneses, “la acción social no responde principalmente a las demandas externas, sino que es una oportunidad para que las hermandades encarnen de manera concreta el Evangelio, viviendo una fe que es al mismo tiempo veneración y compromiso con la realidad”. “En este contexto -añadiría más tarde-, las hermandades y cofradías son llamadas a ser agentes de transformación social, fomentando valores como la solidaridad, el cuidado de los más vulnerables y la reconciliación”.

Comunión y sinodalidad

Aterrizando en cómo ha de ser el día después del Congreso, Saiz Meneses remarcó la necesidad de promover la contemplación en las hermandades, además de cultivar la comunión y sinodalidad de estas corporaciones para construir “lazos de fraternidad, tanto entre los hermanos, como con las otras hermandades, la parroquia, la Diócesis, la Iglesia universal, de la que son parte activa”.

Especialmente significativo fue el hecho de que el arzobispo de Sevilla anunciara la creación de un observatorio “como espacio de estudio y reflexión permanente sobre la piedad popular”. “Este foro interdisciplinar está llamado a continuar el análisis de la riqueza espiritual de las hermandades, a identificar los retos y los desafíos contemporáneos y a diseñar propuestas pastorales que fortalezcan su papel evangelizador en la Iglesia”, detalló.

Al hilo de estas reflexiones, en la eucaristía posterior, Saiz Meneses compartió que “las Hermandades y Cofradías, deben llevar la esperanza de un cruce de miradas, deben propiciar un encuentro de miradas en el que somos vistos por el mismo Dios y por el que nuestro corazón recibe el impacto de su presencia misericordiosa que sana nuestro modo de ver a Dios, de ver el rostro de los otros y de ver la realidad del mundo”.

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